Saber exactamente de dónde viene y cómo evoluciona el coronavirus no es algo fácil de lograr. La pregunta parece sencilla, pero ha dado lugar ya a miles de estudios científicos en todo el mundo, a no pocas especulaciones e, incluso, a teorías de la conspiración.

La ciencia, sin embargo, es tozuda. Y ningún estudio serio ha conseguido, por ahora, encontrar pistas que indiquen una posible manipulación humana. Por lo que sabemos hasta el momento, el origen del virus es natural, comenzó probablemente en murciélagos y pasó después a un huésped animal, donde desarrolló las mutaciones necesarias para infectar a humanos y provocar la pandemia que mantiene al mundo en jaque desde hace varios meses.

Ahora, un nuevo estudio recién publicado en Current Biology y dirigido por Weifeng Shi, del Instituto de Biología de Patógenos en la Primera Universidad Médica de Shandong en China, acaba de dar un nuevo respaldo a la teoría del origen natural. Los investigadores, en efecto, han encontrado en murciélagos a un pariente muy cercano del SARS CoV 2.

El nuevo virus tiene mucho en común con el responsable de la pandemia Covid-19, incluídos los eventos de inserción, material genético insertado en el genoma viral y que para algunos constituye una clara prueba de manipulación en laboratorio. Con este hallazgo, sin embargo, el nuevo estudio demuestra que esos cambios pueden ocurrir de forma perfectamente natural.

“Desde el descubrimiento del SARS CoV 2 ha habido sugerencias infundadas de que el virus se originó en un laboratorio -explica Shi-. En particular, se ha propuesto que la inserción de S1 / S2 es altamente inusual y quizás indicativa de manipulación”.

RmYN02, en efecto, contiene inserciones de aminoácidos en el punto donde se encuentran las dos subunidades (S1 y S2) de su proteína espiga, que utiliza para acoplarse a las células humanas e infectarlas. El SARS-CoV-2 también tiene inserciones S1 y S2. Y aunque no se trata de los mismos aminoácidos en los dos virus, el hecho muestra que estas inserciones pueden ocurrir de forma natural, sin necesidad de que intervenga la mano del hombre.

“Nuestro artículo -prosigue el investigador- muestra muy claramente que estos eventos ocurren naturalmente en la vida silvestre. Esto proporciona una fuerte evidencia en contra de que el SARS-CoV-2 haya podido escapar de un laboratorio”.

Más de 200 murciélagos

Los investigadores, que han bautizado a este nuevo virus como RmYN02, lo identificaron a partir de un análisis de 227 muestras de murciélagos recogidas en la provincia de Yunnan entre mayo y Octubre del año pasado. “Desde que se descubrió en 2005 que los murciélagos fueron el reservorio del coronavirus del SARS -dice Shi-, ha habido un gran interés en ellos como ´especies reservorio´ para enfermedades infecciosas, especialmente porque tienen una gran diversidad de virus de ARN, incluidos los coronavirus”.

Al analizar los virus encontrados en las muestras de murciélagos, el equipo de Shi logró descubrir dos genomas de coronavirus casi completos: RmYN01 y RmYN02. El primero coincidía poco con el SARS-CoV-2. Pero con RmYN02 las cosas fueron muy distintas. Ese coronavirus, en efecto, comparte el 93.3 por ciento de su genoma con el SARS-CoV-2, y en el caso de un gen en particular llamado 1ab comparte hasta el 97.2 por ciento, la coincidencia más cercana hallada hasta la fecha.

Y luego están los ya citados eventos de inserción. No se trata de los mismos aminoácidos en los dos virus, pero si de una demostración práctica de que estas inserciones pueden ocurrir de forma totalmente natural.

“Nuestro estudio -escriben los investigadores en su artículo- sugiere firmemente que el muestreo de más especies de vida silvestre revelará virus que están aún más relacionados con el SARS-CoV-2 y tal vez incluso con sus antepasados directos, lo que nos dirá mucho acerca de cómo surgió este virus en los humanos”.

Fuente: ABC