En teoría, la diferencia entre cometas y asteroides es sencilla. Los primeros suelen ser secos e inertes, con órbitas similares a las de los planetas. Por el contrario, los cometas tienen órbitas largas y en bucle. Además, están cargados de hielo volátil que se sublima, generando un objeto largo y polvoriento que crece cuanto más cerca se sitúa de una estrella. Pero a veces aparecen cuerpos difíciles de clasificar.

Es el caso del asteroide 2019 LD2 recién descubierto, un tipo jamás visto que se mueve como es de esperar pero que, sin embargo, presenta una cola similar a la de un cometa. El objeto comparte su órbita con Júpiter, en un enjambre de asteroides conocido como los troyanos. Es el primero de su familia al que se ha visto arrojar gas como lo haría un cometa.

El LD2 2019 llamó la atención de los investigadores por primera vez a principios de junio del año pasado, cuando el Sistema de Alerta Última de Impacto Terrestre de Asteroides  (ATLAS) de la Universidad de Hawái detectó una nueva señal débil que parecía ser un asteroide en el grupo troyano. El 10 de junio, los astrónomos que usaban ATLAS notaron lo que parecía ser un comportamiento similar a un cometa. Otros observatorios lo confirmaron. Era débil, pero estaba allí: una cola parecida a un cometa.

Debido a su órbita inusual, los astrónomos están intrigados sobre qué procesos podrían estar impulsando la desgasificación única de LD2 2019. Aunque hay miles de asteroides troyanos, existe un grupo que orbita frente al gigante gaseoso, el grupo de LD2 2019, en el que las fuerzas gravitacionales combinadas de Júpiter y el Sol crean un área de pequeña estabilidad gravitacional.

Se cree que los troyanos de Júpiter fueron barridos hace unos 4.000 millones de años, un período en el que los planetas del Sistema Solar se movieron hasta su posición actual. Si ese es el tiempo que han estado compartiendo el espacio joviano, cualquier hielo que hayan tenido en su superficie debería haberse sublimado hace mucho tiempo. Aunque se puede plantear otra hipótesis: ¿y si el hielo está dentro de los asteroi«Hemos creído durante décadas que los asteroides troyanos deberían tener grandes cantidades de hielo debajo de sus superficies, pero nunca tuvimos ninguna evidencia hasta ahora», afirma para Sciencealert el astrónomo Alan Fitzsimmons, de la Queen’s University Belfast en Irlanda. «ATLAS ha demostrado que las predicciones de su naturaleza helada pueden ser correctas».

Si 2019 LD2 hubiera chocado recientemente con otro trozo de roca, el impacto podría haber desprendido suficiente material para exponer este hielo previamente sellado, lo que le permite sublimar y desgasificar. También es posible que 2019 LD2 fuera un cuerpo «parásito» capturado recientemente por Júpiter desde más lejos en el Sistema Solar, donde hace suficiente frío para que el hielo permanezca mucho tiempo. Nuevas investigaciones tendrán la clave de qué es este nuevo tipo de asteroide y si hay más como él en nuestro vecindario cósmico.

 

Fuente:   ABC Ciencia