El paisaje infernal de Dallol, situado en la depresión etíope de Danakil, se extiende sobre un cráter volcánico repleto de sal, donde emanan gases tóxicos y bulle el agua en medio de una intensa actividad hidrotermal. Es uno de los entornos más tórridos de la Tierra. Allí las temperaturas diarias en invierno pueden superar los 45 °C y abundan las charcas hipersalinas e hiperácidas, con valores de pH incluso negativos.

Un reciente estudio, publicado este mismo año, señalaba que ciertos microorganismos pueden sobrevivir en este ambiente multiextremo (muy caliente, salino y ácido a la vez), un descubrimiento que ha llevado a sus autores a presentar este lugar como un ejemplo de los límites que puede soportar la vida, e incluso para proponerlo como un análogo terrestre del Marte primitivo.

Sin embargo, ahora un equipo franco-español de científicos liderado por la bióloga Purificación López García del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) de Francia, ha publicado un artículo en la revista Nature Ecology & Evolution donde se concluye lo contrario. Según estos investigadores, no hay vida en las charcas multiextremas de Dallol.

“Después de analizar muchas más muestras que en trabajos anteriores, con los adecuados controles para no contaminarlas y una metodología bien calibrada, hemos comprobado que la vida microbiana está ausente en estas piscinas saladas, calientes e hiperácidas, así como en los lagos de salmuera adyacentes ricos en magnesio”, subraya López García.

“Lo que sí hay es una gran diversidad de arqueas halófilas (un tipo de microorganismos primitivos amantes de la sal) en el desierto y los cañones salinos alrededor del sitio hidrotermal –aclara la bióloga–, pero no en las propias charcas hiperacídas e hipersalinas, ni en los llamados lagos Negro y Amarillo de Dallol donde abunda el magnesio. Y todo ello, pese a que la dispersión microbiana por el viento y los visitantes humanos en esta zona es intensa”.

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