Mi nombre es Otto e, igual que muchas personas y asociaciones conservacionistas en España y Cantabria, me siento preocupado e indignado por la decisión que ha tomado el gobierno de esta comunidad hace tan solo una semana: ha decidido reactivar el control de la población del lobo. Esto supone que se va a permitir la caza de un total de nada menos que 34 lobos de aquí a un año. El lobo es un tesoro de nuestra fauna, es un magnífico regulador del ecosistema que, además, tiene él mismo la capacidad de controlar su población en función del alimento que hay y con la competencia intraespecie, con otras manadas de lobos (eso es característico de los depredadores).

La actuación del ser humano solo consigue desregular ese equilibrio natural, desmembrando las manadas y haciendo que se pierda el conocimiento entre las diferentes generaciones de lobos.

Lobos sanos, libres, sin presión “cinegética” tienden naturalmente a buscar presas salvajes. En cambio, manadas desestructuradas, sin la guía de los lobos más experimentados tendrán la tentación de buscar “alimento fácil”, por la falta de experiencia y aprendizaje en la caza de sus presas naturales, por lo que la ganadería correrá más peligro.

En lugar de recurrir a este “control poblacional” bajo el que se da vía libre a la caza de lobos, convendría que la administración sea más activa en la prevención de los ataques de lobo a la ganadería, proporcionando al ganadero las herramientas para que esto sea posible, como son los mastines, o la estabulación del ganado por la noche. La solución NO es matar animales. 

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