El poeta y maestro de columnistas Manuel Alcántara ha fallecido esta mañana en su domicilio de Málaga a los 91 años. El escritor se encontraba aquejado de un resfriado que se ha complicado, aunque ya desde hace unos meses su salud le había apartado de su atalaya en la última página del diario Sur y otros periódicos de Vocento. «El combate se podrá perder por KO, pero nunca por abandono», decía. Lo afirmó en la última entrevista que concedió a ABC, al poco de cumplir sus primeros 88 años. En efecto. Había aprovechado para despedirse públicamente en más de una ocasión. Hace pocos meses que se había apartado definitivamente del pedestal de la «sagrada cofradía de la columna» (en expresión de Ignacio Camacho) en el que se ha hecho inmortal.

«Yo no aspiro a vivir un año entero, solo a estar vivo al día siguiente» decía poco después de que un ‘arrechucho’ le alejara por unos días de su columna hace dos años. Hoy esta columna se queda huérfana, al igual que el articulismo español.

Deja 30.000 artículos a sus espaldas, un puñado de grandes amigos y una enorme impronta en el periodismo de todas las generaciones. Manuel Porras Alcántara nació en el malagueño barrio de la Victoria el 10 de enero de 1928. Muy joven se trasladó a Madrid, donde habían destinado a su padre, empleado de Renfe. Allí, por iniciativa más paterna que suya, inició estudios de Derecho. Pero abandonó pronto ante la llamada de la poesía y de las tertulias literarias en las que conoció a Camba o González Ruano. En 1955 publicaría su primer libro, «Manera de silencio», y muy temprano comenzaría a cosechar sus primeros galardones literarios, que le hicieron ver ya en ese entonces para qué estaba hecho: «no aburrir ni a Dios sobre todas las cosas», como solía decir.

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