Los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes para los que vivimos en la ciudad. Las fuertes olas de calor y lluvias que provocan inundaciones se han convertido en lo normal.

Afortunadamente en Panamá, aún contamos con barreras protectoras naturales que nos ayudan en esta batalla: los manglares. Estos albergan una increíble biodiversidad, sirviendo como refugio para la gran mayoría de las especies tropicales.

Muchas comunidades adyacentes a los manglares dependen de ellos, para su subsistencia alimenticia y económica, por medio de la actividad pesquera. Asimismo purifican las aguas que son transportadas por los diversos afluentes antes de llegar al mar, y previenen la salinización de los suelos.

Su rol como agente de protección contra el cambio climático es invaluable, debido a que almacenan una enorme cantidad de carbono y dióxido de carbono, entre otros contaminantes y metales pesados.

Además, protegen las costas del aumento del nivel del mar, incrementando el nivel del suelo por la acumulación de sedimentos, y reduciendo la erosión. No solo mitigan los efectos de desastres naturales, igualmente protegen las costas de inundaciones que pueden afectar a comunidades cercanas.

Panamá ha perdido más de la mitad de sus manglares desde la década de los 60s. En la ciudad contamos con un humedal que contiene manglares de suma importancia, con una extensión de 85,664 hectáreas.

El 2 de Febrero de este año, fue sancionada la Ley 39, que declara como zona protegida al Humedal Bahía de Panamá. Después de intentos de reducir su superficie el año pasado, finalmente contamos con un marco legal para la conservación de este ecosistema tan vital para la ciudad.