Tradicionalmente la producción porcina ha presentado desventajas en su relación con el entorno. La contaminación del aire por malos olores  y el mal  manejo de sus aguas residuales se convierten un problema de salud pública que llega a contaminar valiosas fuentes hídricas superficiales e incluso subterráneas.

En los Higos de Pedasí, eso está cambiando. Allí  Osvaldo Batista, productor porcino ha emprendido una reconversión de este negocio para hacerlo más rentable, pero sobre todo más sostenible y amigable con el ambiente.

Su producción es mediana, cerca de 200 animales de diferentes edades completan su porqueriza, que a diferencia de otras no expide olores desagradables, indicando aplica procesos que eliminan hasta un 80% esta situación.

Agropecuaria Batista, nombre comercial de su negocio,  es el plan piloto de una iniciativa impulsada por el Programa Azuero Sostenible que lidera el Ministerio de Ambiente (MiAMBIENTE)  y el Programa de las Naciones  para el Desarrollo (PNUD).

En el marco de este proyecto se han establecido biodigestores para  la producción más limpia, en la cría de cerdos.

El objetivo de este proyecto piloto es cambiar la forma de hacer las cosas en el negocio de la crianza de cerdos aplicando un enfoque de economía circular, sostenible y sustentable.

Así lo explicó  Juliana Chavarría, asistente técnica de Azuero Sostenible,   quien aseguró que esta iniciativa se desarrolla  en el tramo medio de la cuenca del río Pedasí que desemboca en el la zona marino costera especial  en la que  trabaja Azuero Sostenible.

Esta iniciativa,  en su primera fase,  impactará a  seis porquerizas medianas en los distritos de Pedasí,  Tonosí y  Pocrí,   dos en cada una de ellos,  con la idea   inicial de reducir la contaminación que la actividades porcinas producen en los ríos  de estos distritos  y que desembocan en  la cuenca marino costeras  de esta parte de la provincia y que tienen efectos negativos en estos  ecosistemas.

Ganar ganar

Chavarría aseguró que el programa ha sido concebido bajo un enfoque de economía circular transfiriendo  conocimientos al productor para  la reutilización del desperdicio de los cerdos con el tratamiento de las excretas y las aguas residuales, lo que ha beneficiado al ecosistema dada la reducción de malos olores y  la eliminación de la contaminación de aguas y suelos.

El proceso

El proyecto implica la adaptación de las porquerizas para la recolección de las aguas residuales a una primera tina en la que por gravedad  separa el líquido de la materia fecal.

El residuo,  denominado cerdasa, es un abono orgánico  que combinado con otros nutrientes es un alimento con alto valor nutritivo en la crianza del ganado.

Batista asegura que por cada 5  a 7  quintales de alimento para cerdo se logran 1.5 quintales diarios de esta sustancia.

El agua por gravedad pasa entonces a la bolsa biodigestora que recibe diariamente unos 800 litros de agua en la que se produce un proceso de fermentación donde se liberan pequeñas burbujas de biogás (Butano)  que son transportadas por tuberías hasta una bolsa de almacenaje. Este gas es utilizado para la cocción de alimentos.

Este es un segundo beneficio porque implica que las familias que son parte del proyecto no tendrán que invertir en la compra de gas para la cocción de los alimentos.

Al final,  el agua que sale del biodigestor pasa a una segunda tina que sirve como fertilizante líquido para el riego de  huertos y cultivos para el consumo de la finca  y que permitirá abonar  los pastos del productor sin que tenga que invertir en la compra de abonos químicos.

Todo este proceso, de acuerdo con  Chavarría asegura que la actividad porcina no se convierta en un problema de contaminación,  toda vez que de acuerdo con los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo de Panamá, el censo porcino en el país a octubre de 2020 aumentó un 2,6% respecto al año anterior. Siendo la provincia de  Los Santos,  con 104.400 cabezas,  la mayor productora de este rubro en el país.

Fuente: MiAmbiente