El pueblo de Roddickton-Bide Arm pidió ayuda a la guardia costera para expulsar a unas 40 focas que se instalaron en las calles y los jardines de esa pequeña localidad del norte de la isla de Terranova, en el océano Atlántico. El consejo municipal del pueblo se reunió el martes pasado por la noche para abordar la situación que empezó días atrás y decidió pedir a la guardia costera que echara a los mamíferos marinos. “Nos han dicho que dejemos que la naturaleza siga su curso, pero ya hace casi una semana” que las focas se instalaron aquí, declaró la alcaldesa de la localidad, Sheila Fitzgerald, al diario local The Northern Pen. “Si (las focas) pudieran encontrar el camino” para volver al océano Atlántico, “ya lo habrían hecho”, dijo.

Situado en el extremo norte de Terranova, Roddickton-Bide Arm se encuentra en la ruta de migración de las focas que abandonan el Ártico y Groenlandia en invierno para acudir a las costas de Terranova y del golfo de San Lorenzo, más al sur, para parir en primavera. Según biólogos entrevistados por los medios canadienses, las focas están un poco desorientadas, no logran regresar al océano Atlántico y permanecen en la banquisa que rodea el pueblo. Como recordó hace poco el ministerio federal de Pesca y Océanos, las focas son animales salvajes “a los que uno no debe acercarse ni tocar” porque “pueden ser imprevisibles y agresivos” y transmitir incluso infecciones a los humanos.

AFP