Bajo los elegantes arcos de un complejo otomano en Damasco, Tobjian espera encontrar un público al que vender su legendario jabón de Alepo, que no puede exportar después de años de una guerra devastadora en Siria.

Como él, más de 130 comerciantes se desplazaron a la capital siria para participar durante una semana en la feria de los “Productores 2020”.

La iniciativa honra la artesanía y la industria de Alepo, metrópolis del norte y antiguo pulmón económico de Siria, famosa por sus mercados ancestrales y sus talleres, hoy arruinados por los combates.

Organizada con el apoyo del gobierno, la feria permite presentar a un público sirio jabones tradicionales, joyas, muebles, ropa e incluso malvaviscos “made in Syria”.

“He pasado mi vida entre el aceite de laurel y el jabón”, subraya Tobjian, de 61 años, detrás de una mesa donde se alinean frascos y productos cosméticos naturales. “Estamos en Damasco para buscar un mercado alternativo después de la interrupción de las exportaciones”, añade este hombre de elegante cabello canoso.

También afirma estar “sorprendido” por el gran número de visitantes, en particular de comerciantes de la capital, interesados en los productos cosméticos y con los que espera concluir futuros contratos.

La feria se celebra en Tekkiye Suleymaniye, un complejo decorado con arcos y cúpulas, típicos de la arquitectura otomana, que reúne una mezquita, una antigua escuela y un mercado artesanal en una sucesión de patios interiores.

En 2012, Tobjian y su familia, de origen armenio, huyeron de la violencia en Alepo hacia Canadá. El taller familiar, que empleaba en su momento a unos cuarenta obreros, quedó devastado.

Al no poder soportar el exilio, la familia apostó por el regreso en 2018, después de que el gobierno de Bashar al Asad recuperara importantes partes del territorio. Se instaló en locales más modestos en Alepo para confeccionar los jabones, pequeños cubos verdes, antiguamente muy apreciados por los turistas y fabricados a base de aceite de oliva y laurel.

“Hemos heredado este artesanado de nuestros padres y abuelos, no queremos que se detenga”, se enorgullece Tobjian. “Debemos hacer todo lo posible para dar nueva vida a nuestros talleres y fábricas”.

El mercado cubierto de Alepo era el más grande del mundo con sus 4.000 tiendas que atraían, desde hacía siglos, a artesanos y comerciantes provenientes de todos los rincones del planeta.

Tras años de devastadores combates contra los rebeldes, el poder sirio, apoyado por su aliada Rusia, reconquistó Alepo a finales de 2016.

Declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco, el casco antiguo de la ciudad fue una de las principales líneas del frente de batalla. Algunas de las zonas fueron progresivamente restauradas, pero los barrios históricos llevan por doquier los estigmas de los enfrentamientos.

La zona industrial de Alepo, la más grande del país, también fue devastada por los combates, que paralizaron la mayoría de las fábricas. En los últimos dos años algunas han vuelto a funcionar. Y, con el apoyo del gobierno, 70 talleres han reabierto sus puertas.

Pero en Siria, que es objeto de sanciones económicas occidentales, ¿qué ayudas se destinan a la producción?
Algunos esperan que la feria de Damasco sea sinónimo de oportunidades económicas, explica uno de los organizadores, Alaa Helal.

“La guerra ha destruido la infraestructura industrial en Alepo”, y las sanciones obstaculizan las importaciones de combustible para las fábricas reconocen, sin embargo, al enumera las dificultades que enfrenta el sector.

Fuente:  AFP