En noviembre son las fiestas patrias, en diciembre: el Día de la Madre, Navidad y Año Nuevo, que se mezclan con las vacaciones escolares. Más adelante entran los carnavales y le sigue la Semana Santa, para culminar el circuito de días festivos del verano.

La mayoría nos ocupamos planeando lo que haremos para esos días y por varios meses olvidamos a los que se dedican a salvar vidas, un labor que no tiene descanso.

Entre estos están los bancos de sangre de todo el país, que sufren un bajón en la cantidad de donaciones que reciben en estos meses. Esta situación a veces lleva sus inventarios a niveles críticos y amenaza su capacidad de ayudar a los enfermos.

 

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