La necesidad de una detección temprana es de suma importancia por la función de los considerados órganos vitales. Los riñones son los encargados de filtrar la sangre y eliminar las sustancias tóxicas mediante la orina. Además, participan en el control de la presión arterial, normalizan el volumen del líquido corporal al retener o eliminar el agua, regulan la formación de glóbulos rojos e intervienen en el metabolismo óseo mineral mediante la formación de vitamina D.

Entre las medidas esenciales de prevención están las que se enfocan en la alimentación. Desde hace tiempo, se reveló que una dieta alta en proteínas es dañina para los riñones e incluso incrementa el peligro de desarrollar cálculos renales o cáncer. Un trabajo de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos así lo señaló.

El exceso de sal puede generar que los riñones retengan más agua para disolver el mineral en el torrente sanguíneo. Otro aditivo no recomendado son los edulcorantes artificiales. En tanto, los productos con cafeína estimulan el flujo sanguíneo, lo que aumenta la presión arterial en los riñones. Además, los alimentos transgénicos -aquellos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética- pueden dañar igualmente al hígado.

Mucha cantidad de bebidas azucaradas y productos lácteos se asocia con la formación de cálculos renales. La dieta indicada por los especialistas para evitarlos incluye mucho consumo de agua (al menos 2 litros para que el organismo disolver cualquier tipo de calcificación), disminuir la sal, reducir la ingesta de grasas y harinas, limitar la mermelada, miel, productos de pastelería y dulces. También se debe controlar los alimentos ricos en proteínas -como carnes y huevos-, con 120 y 150 gramos al día.

Llevar un correcto control de peso es sustancial. La obesidad es una de las principales amenazas para los riñones porque promueve el riesgo de diabetes tipo 2 e hipertensión arterial, dos de las causas líderes de Enfermedad Renal Crónica (ERC) en el mundo. Las personas obesas o con sobrepeso tienen un riesgo de 2 a 7 veces mayor de desarrollarla.

 

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