A base de exabruptos, acusaciones muchas veces sin pruebas, e insultos soeces a todo aquel que se atreva a cuestionarle, Juan Diego Castro, ha conseguido encabezar las encuestas a la Presidencia de Costa Rica, al frente del Partido de Integración Nacional, en un nuevo episodio del auge del populismo más agresivo.
Diego Castro acusó a los que definió como partidos ‘añejos’, de ofrecer a los drogadictos marihuana y crack a cambio de sus votos en un video distribuido por las redes sociales, en el que explicitó que ‘estos despiadados les dan un celular a los adictos para que le tomen una foto a la papeleta a cambio de votos’.
La polémica está servida, pero ese es el caldo de cultivo en el que navega con soltura Diego Castro, un abogado que tuvo que ofrecer recientemente disculpas a las mujeres tras acusar a las funcionarias de la Administración de Justicia -sin dar nombres ni pruebas- de practicar sexo oral a sus superiores para ascender en el escalafón.
El candidato que ‘no conecta su lengua con su cerebro’, en descripción de uno de sus adversarios en estos comicios (Antonio Álvarez Desanti, del Partido Liberación Nacional, PLN), bloquea en sus cuentas a quienes no comparten sus opiniones.
Además, tilda de ‘psicópatas’ a los periodistas críticos y advierte que el periódico líder del país, La Nación, durará un año si llega a la Presidencia, en lo que se ha interpretado como un claro ataque a la libertad de expresión.
Pero suscita cierta simpatía por su oferta de ‘mano dura’ contra la delincuencia, en un país que ve con preocupación la creciente tasa de homicidios.