Dos electrodos ubicados en unas zonas profundas del cerebro y conectados a una batería bajo la piel podría ayudar a tratar la anorexia nerviosa en pacientes que no responden a los tratamientos convencionales. El Hospital del Mar de Barcelona está ensayando con varios enfermos esta técnica neuroquirúrgica que ya ha probado su eficacia en otras patologías como el párkinson o la depresión. Por ahora, los investigadores han intervenido a cuatro pacientes y en tres de ellos ya se han detectado resultados «satisfactorios, aunque variables», aseguran los médicos que participan en el estudio: han empezado a ganar peso y se ha registrado una mejoría psicológica. Faltan, no obstante, otros cuatro enfermos por tratar para terminar el estudio y cerrar las conclusiones. 

La estimulación cerebral profunda, como se conoce esta terapia, es una técnica neuroquirúrgica que consiste en enviar impulsos eléctricos desde una batería colocada bajo la piel a unos electrodos situados en unas determinadas zonas del cerebro. Los electrodos liberan las señales eléctricas en esas áreas cerebrales para estimular la actividad nerviosa de la zona y regular la función cerebral afectada en esa patología. En el caso de la anorexia nerviosa, los investigadores han colocado dos minúsculos electrodos (menos de un milímetro) en el cíngulo y el núcleo accumbens, dos áreas del cerebro que pertenecen al sistema límbico, una zona clave, según los investigadores, en la fisiopatología de este trastorno alimentario. En estas áreas del cerebro, además, ya se había probado favorablemente la estimulación cerebral profunda para otras dolencias.

Barcelona/CEST

 

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