Cuando, a principios de año, el coronavirus comenzó a expandirse de forma descontrolada por China, Donald Trump estaba en su residencia de Florida, durante un receso de dos semanas por las festividades de Navidad y Año Nuevo. En los informes de inteligencia que el presidente recibe cada dos o tres días, las agencias ya le informaban entonces de que la crisis sanitaria era mucho mayor de lo que Pekín admitía y de que había un alto riesgo de contagio masivo internacional. Pero la mente del presidente estaba en otro lado.
Trump se enfrentaba entonces al «impeachment», el juicio político del que fue exonerado de forma definitiva en el Senado el 5 de febrero de 2020. De hecho el presidente estuvo ausente de la primera rueda de prensa en la Casa Blanca sobre la crisis, mantenida el 31 de enero, en la que el secretario de Sanidad, Alex Azar, dijo que el riesgo para los estadounidenses era «más bien bajo». El mismo día, la presidencia anunció un veto de entrada a EE.UU. de ciudadanos extranjeros que hubieran estado en China antes.
China mentía
Una de las primeras ocasiones en que Trump se refirió al coronavirus en público fue en su discurso del Estado de la Unión, el 4 de febrero, cuando dijo, de forma más bien lacónica: «Proteger la salud de los estadounidenses también significa combatir las enfermedades infecciosas. Estamos coordinándonos con el gobierno chino y trabajando con él en estrecha colaboración frente al brote de coronavirus en China. Mi administración tomará todas las medidas necesarias para proteger a nuestros ciudadanos de esta amenaza».
Entonces Trump ya sabía, porque así constaba en sus informes de inteligencia, que China en realidad estaba ocultando información. El régimen comunista chino, según las agencias norteamericanas, había mentido sobre el origen, la cantidad de infectados, la velocidad del contagio y, sobre todo, el número de muertos. El presidente estadounidense, sin embargo, siguió defendiendo la «formidable» labor del presidente chino, Xi Jinping, con quien tiene una buena relación personal.
Acusaciones de ignorar información
Según publica este martes el diario The Washington Post, citando fuentes anónimas en la Casa Blanca, Trump no hizo caso a muchos de esos informes, que «ignora de forma rutinaria». La presidencia de EE.UU. desmiente esa información y defiende que Trump lee todos los informes y de hecho dictó el veto de entrada desde China en enero, seguido después de otros similares a Irán y toda Europa.
El primer caso de coronavirus, un hombre de 35 años, se dio en el estado de Washington, en la costa pacífica, el 19 de enero. El paciente había visitado la ciudad china de Wuhan, foco del contagio, días antes. En más de tres meses hay ya más de un millón de casos y 56.000 muertos en este país.
No fue hasta marzo, cuando los contagios ya estaban fuera de control, cuando Trump y varios miembros de su gobierno comenzaron a acusar a China de ocultar y manipular datos. Fue entonces cuando el presidente usó por primera vez la polémica expresión «virus chino», que ha provocado airadas protestas de Pekín. Alternativamente, la Casa Blanca habla del «virus de Wuhan».
Fuente: ABC