No hay mayor bendición para una madre que la salud de sus hijos, algo que comienza desde antes del embarazo.
Una de las condiciones que ocurren en una etapa temprana de la gestación (los primeros 28 días), es la espina bífida, cuando la columna vertebral del feto no llega a cerrarse del todo.
Según el sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, existe un mayor riesgo de desarrollarlo entre madres que padecen de obesidad, diabetes mal controlada o si toman ciertos fármacos para las convulsiones.
A esto agregan que tomar suficiente ácido fólico (vitamina B9), antes y durante el embarazo, puede prevenir la mayoría de los casos.
Existen distintos tipos de espina bífida, pero la más severa es la abierta o mielomeningocele. Con este tipo, según detalla el sitio de Mayo Clinic, parte de la médula espinal sobresale a través de una abertura en la columna vertebral del bebé, formando un saco en su espalda.
Dependiendo de la altura, en la columna a la cual se produce el defecto, puede ocasionar deterioro neurológico, como parálisis, problemas intestinales o de vejiga, problemas ortopédicos, o acumulación de líquido en el cerebro. Por estar los nervios expuestos, el bebé igualmente es susceptible a infecciones peligrosas.
Por esto, las mujeres en edad fértil deben consuman alimentos ricos o fortificados con ácido fólico, o que tomen suplementos con 0,4 mg (400 microgramos) de la vitamina todos los días.
‘Las principales fuentes alimenticias de ácido fólico en nuestra dieta las podemos encontrar en cereales fortificados, vegetales de hojas verdes (brócoli, espinacas, lechuga), leguminosas (menestras, semillas y frutos secos), hígado y riñón’, añade el dietista.