A bordo del avión papal (EFE).- El papa Francisco concluyó lo que se suponía una dura prueba en su pontificado: el viaje internacional más largo, 12 días en los que ha recorrido cuatro países – Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur – y en el que a pesar de sus 87 años y sus problemas de movilidad superó sin problemas en buena forma y sin dar señales de debilidad.

 

Un papa al que el viaje parece no haberle hecho mella

El viaje en el que ha recorrido 32.000 kilómetros, sumados a los que hizo en coche y papamóvil entre los fieles, los cuatro cambios de horario y siete vuelos, no parecen haber hecho mella en el pontífice que el viernes se despedía de Singapur con una visita a una casa para ancianos y un encuentro con los jóvenes en el que volvió a demostrar buen humor.

Es verdad, que respecto a otros viajes, se ha bajado el ritmo de los actos y se le ha permitido hacerle descansar de un país a otro con algunas horas libres a las llegadas.

Pero el pontífice argentino, que debido a sus dolores en una rodilla tiene que moverse en silla de ruedas, no ha renunciado a nada, incluidos los extenuantes recorridos en papamóvil de más de 40 minutos entre los fieles en las misas multitudinarias que ha celebrado y combatiendo además con el calor y humedad de estos países.

Más de 40 minutos estuvo recorriendo la enorme explanada ed Taci Tolu en Dili con una humedad y calor intensos a pesar de que se espero el atardecer para saludar a los fieles al final de la misa en la que se congregaron unas 600.000 personas, prácticamente casi la mitad de la población de Timor Oriental.