EFE

Brasil, el mayor exportador de carne vacuna del mundo, ha entrado en el radar internacional debido a la deforestación de la Amazonía y la pandemia del nuevo coronavirus, dos problemáticas que ya comenzaron a cerrar las puertas del mercado en China y que hacen prever restricciones de la Unión Europea.

Denuncias de organizaciones civiles internacionales sobre la comercialización de carne de ganado criado ilegalmente en la Amazonía volvieron a poner el dedo en la llaga ambiental de Brasil, una de las que más apalea al Gobierno de Jair Bolsonaro, que defiende la explotación económica de la selva.

A eso se suma la crisis causada por el nuevo coronavirus, una pandemia que ya deja más de 76.000 víctimas y dos millones de infectados en Brasil, donde el sector cárnico también ha sido impactado, con casos de hasta el 75 % de los trabajadores de una misma planta contagiados.

Estas problemáticas han generado algunas trabas en las exportaciones de carne brasileña a China y a la Unión Europea, que representan, juntos, casi la mitad de los embarques de la proteína al exterior, siendo el país asiático el principal comprador.

En 2019 Brasil exportó más de 1,8 millones de toneladas de carne bovina, que le generaron ingresos por 7.656 millones de dólares. De ese total, China compró 600.000 toneladas, por las que pagó 2.685 millones de dólares, y la Unión Europea importó 100.000 toneladas que le costaron 600 millones de dólares.

Mientras que China ya suspendió la compra de carne de varias plantas brasileñas afectadas por la COVID-19, la ratificación del acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur -del que Brasil forma parte junto con Argentina, Paraguay y Uruguay, y que fue firmado el año pasado tras 20 años de negociación- tambalea por la gestión ambiental del Gobierno Bolsonaro.

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