«La gente tiene hambre». Es el drama en el sur de Italia, la consecuencia de la tragedia del coronavirus. Esta fue la alarma que lanzaron los servicios secretos, después de algunos asaltos a los supermercados, así como alcaldes, párrocos, responsables de Cáritas y asociaciones de voluntarios. «Se comienza a ver gente que tiene hambre», dijo el Papa Francisco, durante la misa matutina en su residencia de Santa Marta.
Este domingo la voz de alarma por la emergencia la dio Coldiretti, la mayor asociación en representación y asistencia de la agricultura: en Campania hay más de 530.000 personas que tienen necesidad de comida, casi el 9% de la población de la región. Son más de 364.000 en Sicilia y casi 283.000 en Calabria. Pero también el hambre se extiende en el Lazio con más de 263.000 personas. En el análisis de Coldiretti, al menos 2.700.000 personas se ven obligadas a pedir ayuda de alimentos.
El alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, conocido luchador contra la mafia, hablaba este domingo de grave emergencia social: «Hay focos sociales de sufrimiento, con el riesgo de que el malestar se convierta en rabia y esta se transforme en violencia», afirma el regidor de la capital siciliana en una entrevista en la RAI. La presentadora le hizo escuchar testimonios de personas que incitan en las redes sociales a asaltar supermercados. Leoluca Orlando advirtió con preocupación: «En este clima es evidente que puedan anidar chacales en las redes sociales, una pequeña minoría pero que puede crear desestabilización»
Temor a desórdenes
Los «técnicos» –servicios secretos y fuerzas de seguridad, comenzando por el director de la Policía, Franco Gabrielli– expresaron sus temores de que se produjeran desórdenes y revueltas «por el pan».
Los informes que llegaron a la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, eran muy inquietantes, porque hablaban de gente desesperada, sin trabajo y sin dinero, dispuesta a todo, con noticias de robos en farmacias y asaltos a supermercados. A menudo está detrás la sombra alargada de la mafia. «Estoy preocupada por la situación general que se están perfilando en el país –reveló la ministra Lamorgese en una entrevista en televisión–, los ciudadanos tienen exigencias primarias de las que el Estado se tiene que hacer cargo». Hoy supermercados y farmacias están protegidas por las fuerzas del orden.
Respuesta urgente del Gobierno
En la noche del sábado, el Gobierno respondió con urgencia a ese grito de alarma que procede sobre todo del sur de Italia, donde existe un grave riesgo que algunos denominan «bomba social» o «polvorín social», que puede explotar si no llegan soluciones urgentes.
El primer ministro anunció en la noche del sábado ayudas de 4.300 millones de euros a las familias y otros 400 millones en bonos de compra «para ayudar a los ciudadanos que no tienen dinero para comprar productos de primera necesidad».
Pero el regidor Leoluca Orlando considera absolutamente insuficiente esa ayuda: «Es una señal positiva del Gobierno, pero solo basta para alguna semana». Recordó Orlando que las familias indigentes asistidas por su ayuntamiento han pasado en estos días desde 600 a 2.200.
En las regiones se debe unir, a la ayuda del Estado, los recursos locales propios, que son muy exiguos. La situación es tan dramática que el presidente de la región de Campania, Vincenzo de Luca, ha movilizado a su junta de gobierno con una petición: «Hay que garantizar el pan a la gente pobre, se debe encontrar el dinero que haga falta».
El desafío del trabajo en negro
El expresidente de la Autoridad Nacional Anticorrupción, Raffaele Cantone, un prestigioso magistrado napolitano, ha señalado que el verdadero desafío es el trabajo en negro, con miles de personas que hoy están totalmente desamparadas: «Se trata de la existencia –afirma Cantone– de una economía paralela que todos conocen, que algunos, y no solo meridionales, explotan y muchos otros toleran, fingiendo hipócritamente como si no lo vieran».
Según Gian Maria Fara, presidente del Instituto de Estudios Políticos Económicos y Sociales (Eurispes), en Italia hay tres PIB (Producto Interior Bruto): uno oficial de un billón 600.000 millones de euros, otro sumergido de 540.000 millones (el 35% del oficial) y uno criminal que supera abundantemente los 250.000 millones de euros. Hoy la economía sumergida, la del trabajo en negro, está totalmente bloqueada.
Fuente: ABC