Aquel padecimiento ocular, que produce una visión borrosa de los objetos lejanos, afecta hoy al 90% de la población adolescente y joven en China, donde según la revista Nature hace 60 años solo afectaba a un 20%.

El Wall Street Journal tampoco duda en indicar que en Estados Unidos y Europa la cifra es parecida: al menos la mitad de la población joven adulta la padece.

Anteriormente se creía que se trataba de un mal hereditario. Si los padres presentaban problemas de visión, entonces los hijos serían propensos a sufrirlos. Pero actualmente, recientes estudios apuntan que el factor determinante no es hereditario, sino ambiental.

El Instituto para la Visión Brien Holden, de Sidney (Australia) calcula que alrededor de un tercio de la población mundial podría ser miope cuando lleguemos al 2020. ¿Qué factor ambiental es el que amenaza la visión de la generación futura?

En el Journal of the American Medical Association se publicó la semana pasada que los niños que pasan 40 minutos más tiempo al aire libre al día, tienen menos probabilidades de ser diagnosticados con miopía.

El oftalmólogo español José Manuel Benítez del Castillo, secretario general de la Sociedad Española de Oftalmología se referiría a la luz natural como un elemento crucial en la actividad ocular. Cuando los niños están en penumbra —explicaría al diario El País — disminuye la producción de dopamina, un neurotransmisor que produce las células de la retina.

Aquello ocasiona debilidad en el esqueleto del ojo, provocando que el órgano crezca más de lo normal y se vuelva miope.

Mientras que para muchos no representa un problema de mayor gravedad, para otros pacientes la miopía podría derivar en complicaciones más graves como cataratas en los ojos o hasta desprendimiento de la retina.

 

 

¡Camparte en tus Redes Sociales!