La primera sesión de la mesa de diálogo nacional en Nicaragua, instalada ayer para buscar una salida a la crisis que ha dejado al menos 58 muertos en las últimas semanas, culminó marcada por duros reproches, principalmente, entre los estudiantes y el presidente del país, Daniel Ortega.

El mandatario, que llegó junto con su esposa y bajo fuertes medidas de seguridad al Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima, al oeste de Managua, fue recibido con gritos de «asesino» por parte de numerosos manifestantes. El mandatario lamentó las víctimas registradas en protestas.

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