EE.UU. superó ayer a China como país con más numero de casos confirmados por coronavirus, con más de 80.000, según el recuento de ‘Worldmeters’. Al cierre de esta edición, había superado también con creces el umbral de los mil fallecidos y adelantó por poco al gigante asiático, donde se originó la pandemia, en contagios. Mientras tanto, Donald Trump daba un adelanto de sus planes para rebajar las restricciones en función de si se trata de zonas muy afectadas o de otras donde apenas ha hecho mella. La más importante de las primeras es el estado de Nueva York, convertido en uno de los principales focos de la epidemia en todo el mundo.
Los datos ofrecidos ayer en Nueva York mostraban que las autoridades no consiguen el objetivo de corregir la curva ascendente de contagios. Al cierre de esta edición, el estado contabilizaba 37.258 casos, un aumento de 6.488 frente a la víspera. La peor situación está en la ciudad de Nueva York, donde en un día se produjeron 3.537 nuevos contagios, para un total de 21.393. Desde el principio, se advertía que la principal ciudad de EE.UU., y capital financiera y cultural del mundo, sería un polvorín para la epidemia: combina una gran tamaño de población -9 millones de habitantes, y 23 millones en el área metropolitana-, mucha densidad -en especial en zonas como Manhattan-, un sistema de transporte público extenso y muy ramificado y un movimiento constante de visitantes y turistas tanto domésticos como extranjeros. Unido a la posibilidad de transmisión del coronavirus sin síntomas, las autoridades que haya circulado por la ciudad «durante semanas», como dijo el miércoles Deborah Birx, experta del grupo de trabajo especial de la Casa Blanca contra la epidemia.
Los nuevos datos -esperados, aunque preocupantes- de la situación en Nueva York fueron ofrecidos por el gobernador del estado, Andrew Cuomo, que ofrecía un tono más pesimista que en la víspera, cuando celebró que el ritmo de hospitalizaciones había bajado. Ayer había poco por lo que brindar: en 24 horas, los ingresos en hospital crecieron un 40%, hasta 5.327 casos. Lo peor, sin embargo, era el aumento del 45% de los ingresos en UCI, que llegaban a los 1.290 casos. Como en cualquier otro foco, el colapso del sistema sanitario es la principal preocupación en Nueva York y los datos no son positivos. Tampoco el de fallecidos, que aumentó en un 35% de un día para otro, con cien nuevos casos, para un total de 385 fallecidos (al cierre de esta edición, los fallecidos en todo el país eran 1.124).
Cuomo explicó que el aumento de decesos tiene que ver con la permanencia durante más tiempo del que se creía de los enfermos en la UCI. «Algunos pacientes necesitan el ventilador durante 20 o 30 días», aseguró. «Cuanto más tiempo necesitas el ventilador, más probable es que no sobrevivas».
El déficit de ventiladores, precisamente, es el gran quebradero de cabeza para Cuomo. Necesitará decenas de miles para enfrentar el colapso sanitario que se prevé en Nueva York dentro de pocos días. Aseguró que «de momento» no hay desabastecimiento de material protector para sanitarios -mascarillas, guantes, batas-, a pesar de las informaciones que dicen lo contrario. Ayer, la portada de «The New York Post» eran tres enfermeras del hospital Mt. Sinai con batas confeccionadas con bolsas de basura. ‘Tratadas como basura’, decía el titular.
La epidemia seguía ayer su expansión en otras regiones del país, como California o Luisiana. En la Casa Blanca, sin embargo, la preocupación estaba más puesta en el impacto económico de la crisis, que ayer supuso el peor dato de peticiones de desempleo de la historia de EE.UU. Trump envió una carta a los gobernadores de los estados en los que adelantaba que cambiará las directrices de distanciamiento que ha promovido en las dos últimas semanas para establecer un sistema que estratifique el riesgo en cada zona del país. Según este plan, los condados se clasificarán en categorías de riesgo alto, medio y bajo para determinar el aumento o la disminución de restricciones a la ciudadanía. El presidente de EE.UU. aseguró que será posible gracias a «nuestra ampliada capacidad de realizar test» de diagnóstico, aunque muchos estadounidenses han protestado en las últimas semanas por la imposibilidad o la dificultad de ser sometidos a esas pruebas.
«Los estadounidenses tienen la esperanza de que llegue pronto el día en el que puedan recuperar la normalidad económica, social y religiosa en sus vidas», dijo Trump, que teme que la crisis le pase factura en el año de su reelección.