Muchos afirman que la boca es el espejo de la salud, y cuando se trata del tabaco, esto se confirma. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el tabaquismo es un factor de riesgo clave para que aparezcan enfermedades bucales. Fumar deteriora notablemente el estado de los dientes y otras partes de la cavidad oral al paso que perjudica gravemente el organismo.
Ya que la boca es la vía de entrada del humo del tabaco hacia el organismo, los dientes y encías son víctimas directas de ese hábito. Los problemas más frecuentes y visibles son la reducción de los sentidos del gusto y del olfato, la modificación del color de los dientes y el mal aliento.
No obstante, el tabaquismo puede desencadenar problemas más graves como el cáncer bucal y faríngeo. Además, su consumo dificulta que los implantes dentales sean efectivos a largo plazo.
Los componentes del tabaco, como el alquitrán, la nicotina y las sustancias químicas que están presentes en el humo, y las enfermedades enumeradas anteriormente, igualmente contribuyen a que la persona desarrolle mayor predisposición a padecer sequedad bucal, sarro, y una caries específica y característica de los fumadores, que se presenta en el cuello de los dientes, en el punto justo de unión con la encía, siendo este tipo de caries una de las más peligrosas y que requiere un tratamiento más complejo.