Ciudad del Vaticano (EFE).- El gran reloj en lo alto de la fachada de la basílica de San Pedro del Vaticano marca la medianoche pero una multitud de personas hace fila en la plaza para acceder al templo: en su interior yace un papa difunto, Francisco, al que miles de personas rinden tributo estos días hasta su funeral del sábado.

«Personalmente me siento triste por la pérdida del papa, porque fue una persona que espiritualmente me tocaba el corazón», confiesa a EFE Edgar Coronado, un peruano residente en Roma y que lleva casi tres horas esperando bajo la columnata de la plaza de San Pedro.

La basílica vaticana alberga en su interior la capilla ardiente del papa Francisco, fallecido el lunes con 88 años. Su féretro, colocado a los pies del baldaquino central, es velado por sus más allegados y custodiado día y noche por cuatro altos guardias suizos.

Por delante de la caja podrán pasar hasta el viernes las personas que quieran rendirle un último tributo antes de su funeral y, dada la altísima afluencia, la Santa Sede ha decidido que abrir las puertas de la basílica hasta más allá de la medianoche.

En este primer día de exposición, la fila ha sido interminable y ya entrada la madrugada sigue cruzando la nave central del templo, en medio de un profundo silencio.

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