La mortalidad por tuberculosis en el mundo se ha reducido un 47 % desde 1990, con los mayores progresos logrados desde el año 2000, cuando se establecieron los objetivos de desarrollo del milenio, dio a conocer la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta es una de las conclusiones del informe anual sobre la tuberculosis que la OMS publicó en Washington y que elabora desde hace dos décadas, cuando estableció su sistema de evaluación global sobre esta enfermedad infecciosa.
En 2016, la OMS pasará de la estrategia de ‘detener’ la tuberculosis a la de ‘poner fin’ a una enfermedad que es la primera causa de muerte en el mundo junto al sida, con el fin de haber disminuido el número de decesos un 90 % en 2030, respecto a las cifras de 2015.
El organismo mundial quiere que en 2050 la tuberculosis deje de ser un problema de salud pública, que se define por la existencia de un caso por cada millón de personas al año.
La prevalencia (proporción de enfermos respecto a la población estudiada) de la tuberculosis en el mundo bajó un 42 % desde 1990 y el objetivo de reducirla a la mitad en ese periodo se cumplió en tres de las seis regiones de la OMS: América, el sureste asiático, y la región del oeste del Pacífico.
Esta meta asimismo la lograron nueve de los países más castigados por la enfermedad: Brasil, Camboya, China, Etiopía, India, Birmania, Filipinas, Uganda y Vietnam.
La tuberculosis es una enfermedad infecciosa que afecta típicamente a los pulmones pero que puede afectar a otros órganos.
La enfermedad se transmite por el aire cuando las personas con tuberculosis pulmonar expulsan la bacteria que la causa, por ejemplo al toser.
Sin tratamiento, el índice de mortalidad de la tuberculosis es alto, pero con un tratamiento adecuado el índice de éxito es de cerca del 85 %. En 1940 se desarrollaron los primeros tratamientos efectivos contra esta enfermedad y el de mejor resultados, la Rifampicina, ha estado disponible desde los años sesenta.