A la mala fama de la comida rápida, surgida por su elevado aporte de calorías y grasas, se une ahora otra evidencia que puede incrementar las reticencias a tomar este tipo de comidas. El envase a prueba de grasa en el que se sirve su hamburguesa y sus patatas fritas puede contener productos químicos fluorados potencialmente nocivos que pueden filtrarse en los alimentos, según concluye un estudio revisado por pares.
En un análisis sobre la prevalencia de productos químicos altamente fluorados en envases de comida rápida en Estados Unidos, los investigadores analizaron más de 400 muestras de 27 cadenas de comida rápida en todo el país.
Se analizó en las muestras, consistentes en envoltorios de papel, cartón y recipientes de bebidas, la presencia de una clase de productos químicos llamados PFAS (sustancias poliinsaturadas y perfluoroalquiladas), también conocidas como PFC (compuestos perfluorados). Estos productos químicos altamente fluorados son ampliamente usados en una serie de productos antiadherentes, resistentes a las manchas e impermeables, incluyendo alfombras, utensilios de cocina, ropa que se utiliza al aire libre, así como envases de alimentos.
«Estos productos químicos se han relacionado con numerosos problemas de salud, por lo que es preocupante que las personas estén potencialmente expuestas a ellos en los alimentos», manifiesta la autora principal, Laurel Schaider, una química ambientalista en el Silent Spring Institute, en Denver, Colorado, Estados Unidos.
La exposición a algunos PFAS se ha asociado con cáncer, enfermedad tiroidea, inmunosupresión, bajo peso al nacer y disminución de la fertilidad. «Los niños están especialmente en riesgo de efectos sobre la salud debido a que sus cuerpos en desarrollo son más vulnerables a los productos químicos tóxicos», advierte Schaider. Aproximadamente, un tercio de los niños en Estados Unidos consume comida rápida todos los días.