La ‘Capital del Entretenimiento Mundial’ y sus habitantes están de luto, luego de que la noche del domingo, un hombre identificado por las autoridades como Stephen Paddock, disparará contra una multitud de personas en un concierto en el centro de Las Vegas.

El Buró Federal de Investigación descartó ayer cualquier vínculo con el terrorismo internacional, en el que, por el momento, han fallecido al menos 58 personas y 515 resultaron heridas.

‘No existe ningún vínculo conocido entre el tirador y ningún grupo extranjero conocido’, señaló un portavoz del FBI, según reportes de EFE.

La respuesta del FBI llegó horas después de que el grupo Estado Islámico, se atribuyera el tiroteo en un comunicado, y cuya autenticidad no ha sido confirmada por las autoridades.

El tirador, un hombre blanco de 64 años, que de acuerdo a declaraciones de familiares a la prensa, le gustaba apostar, asistir a conciertos y gastar el dinero de su jubilación en casinos y salas de juego, abrió fuego desde su habitación del piso 32 del hotel Mandalay Bay sobre una multitud de más de 22,000 personas que asistían a un festival country en el principal bulevar de la ciudad.

Por el momento, las autoridades mantiene a Paddock, que presuntamente se quitó la vida tras el incidente, como el ‘único sospechoso’ en un suceso que ya se considera el tiroteo más mortífero de la historia moderna de EE.UU., si bien aún se desconocen los motivos que le llevaron a perpetrar la matanza.

Numerosos legisladores demócratas pidieron ayer a los republicanos que dejen de bloquear las leyes para el control de armas, reabriendo un agrío debate en el país.

La Casa Blanca consideró ayer como ‘prematuro’ hablar de un mayor control de armas tras el tiroteo, y opinó que ese debate puede tenerse más adelante, aunque el presidente de EE.UU., Donald Trump, es ‘un férreo defensor’ del derecho a portar armas.