Gu Cheng-pu, propietaria de una farmacia tradicional en Taiwán, sabe que su establecimiento está abocado a desaparecer con su suegro, cuya salud empeora. Y eso por culpa de una ley que está matando poco a poco el sector.
En la rebotica de su tienda, en Nuevo Taipéi, Gu, de 36 años, vuelca el contenido de un plato de raíces de regaliz recién picadas en un wok lleno de miel, en la primera etapa de la preparación de sus múltiples recetas tradicionales.
«Las farmacias tradicionales chinas son algo emblemático de la cultura local», explica. «No son meros lugares adonde uno va a buscar medicamentos cuando está enfermo».
Sin embargo, unas 200 tiendas como la suya echan cada año el cerrojo, pese a que la medicina tradicional siga siendo muy popular en Taiwán.
Las autoridades no han concedido licencias desde 1998 y las existentes no pueden ser traspasadas de generación en generación.
La licencia de la farmacia que gestiona Gu sigue a nombre de su suegro. Pero éste tuvo hace poco un accidente cerebrovascular y ella se teme lo peor.
«Si tengo que cerrar la tienda, lo que más lamentaré no será perder mi sustento, sino ver morir una tradición», afirma.
– Regular un sector artesanal –
Las autoridades dejaron dejar de otorgar licencias para intentar regular mejor un sector muy artesanal.
Las autoridades esperaban que la gente mandaría que fueran médicos quienes les recetaran los remedios tradicionales y que los farmacéuticos se pusieran a vender los ingredientes en cuestión.
«En Taiwán, el público está acostumbrado a recurrir simultáneamente a la medicina china como a la occidental. Hacen falta profesionales de la medicina formados para asegurar que los dos tipos de tratamientos no tengan, por ejemplo, consecuencias nefastas», explica a la AFP Chen Pin-chi, funcionaria de alto rango en el ministerio de Salud.
«En un principio, esperábamos que, poco a poco, los practicantes formados en la medicina tradicional china o los farmacéuticos se hicieran cargo de los puestos que venden remedios tradicionales», agrega.
Pero las cosas sucedieron de otro modo. La poca rentabilidad de los tratamientos tradicionales no convenció a los jóvenes diplomados en Medicina o Farmacia. Y los pacientes, de todos modos, siguieron yendo a los puestos familiares de siempre.
En la actualidad, la edad media de los propietarios de licencias es de 61 años, según el ministerio de Salud. En 20 años, el número de puestos se redujo a la mitad, a menos de 8.000 en toda la isla, según cifras de la industria de la medicina tradicional china en Taiwán.
En Pekín y Hong Kong, en cambio, se promueve la medicina tradicional y se impulsa la exportación.
– «La experiencia cuenta» –
Según el Bencao Gangmu, un tratado del siglo XVI considerado como la obra más completa sobre la medicina tradicional china, se utilizan más de 1.500 tipos de plantas.
Las boticas taiwanesas almacenan entre 200 y 500 plantas, raíces y trozos de animales y minerales.
Las plantas medicinales también se usan en numerosos platos taiwaneses, como la tradicional sopa de fideos con ternera, que tiene por lo menos ocho tipos de estas hierbas.
Lee Chia-ling, de 42 años, lleva más de diez años trabajando con su padre en el puesto familiar, aprendiendo a preparar los remedios.
«Al principio, era un trabajo muy difícil», cuenta. «Hay que ensuciarse, seleccionar, lavar, picar, cortar… La preparación de las hierbas y de las raíces supone gran parte del trabajo», explica.
Su padre, Lee Ching-chang, de 69 años, señala que hacen falta entre tres y cinco años para aprender a distinguir los ingredientes básicos y la forma en que interactúan.
«Es una profesión en la que la experiencia cuenta», afirma este hombre, que lleva en el sector desde los 15 años. «Si el gobierno no concede nuevas licencias, la nueva generación no podrá retomar la tienda».
La escasez de licencias comportó manifestaciones, y ahora el gobierno busca una solución.
«Espero que encontremos una solución lo bastante rápido para que las tiendas especializadas en medicina tradicional puedan pasar a estar gestionadas por la joven generación», apunta la alta funcionaria Chen Ping-chi.
Aún así, Gu teme que ya sea demasiado tarde para su familia, pues el problema se alarga desde hace 20 años. «Si la situación perdura, ya no habrá tiendas de medicina tradicional china en Taiwán».