Buenaventura (Colombia) (EFE).- Luego de navegar más de 40 horas acompañado de delfines, atunes y mantarrayas, el Arctic Sunrise, el buque de Greenpeace, llegó al santuario de fauna y flora de la isla Malpelo, en el Pacífico colombiano, para comprobar que en las aguas del santuario hay presencia de siete tipos de plásticos y de barcos de pesca ilegal.
Los ambientalistas, acompañados por científicos, ingenieros y fotógrafos, evidenciaron que las corrientes de agua tenían una especie de “cardúmenes” de botellas, bolsas, pañales, residuos de pesca, biberones, vasos y empaques de frituras, así como detectaron barcos de pesca ilegal en zonas que son de protección.
“Estábamos a 500 kilómetros de la orilla y es increíble que en un lugar tan recóndito como la isla Malpelo encontremos estos residuos que se pudieron haber dispuesto mejor desde la casa”, dijo a EFE Tatiana Céspedes, coordinadora de campañas de Greenpeace en Colombia.
Preocupantes hallazgos
Uno de los hallazgos más preocupantes fue cuando los ambientalistas lanzaron al mar una ‘Manta Net’. La cual sirve para tomar muestras e identificar plásticos en aguas internacionales de tamaños casi milimétricos. Los cuales fueron analizados por un detector infrarrojo de polímeros que arrojó en menos de cinco minutos el tipo de microplástico hallado.
“En el mundo hay millones de tipos de plásticos, pero se clasifican en siete más importantes. El análisis nos arrojó que esos siete tipos estaban flotando en aguas colombianas afectando tortugas, tiburones y ballenas”, apuntó Céspedes a EFE.
Los cerca de 30 tripulantes de 14 nacionalidades distintas pudieron observar de cerca la amenaza que representa el plástico que penetró las corrientes de migración de miles de especies.
Se trata de la primera vez que el Arctic Sunrise, el buque más antiguo de la organización, llega a Colombia con la misión de hacer un llamado para proteger el Pacífico colombiano, estudiar sus aguas y pedirle al Gobierno Nacional que ratifique el Tratado Global de los Océanos, aprobado en 2023 en el marco de Naciones Unidas.
“La organización tiene la dicha y fortuna de tener tres barcos, cada uno tiene personas de muchos lugares del mundo con misiones importantes a nivel internacional. En esta primera expedición pudimos documentar que la problemática de los plásticos y la pesca ilegal son reales en nuestro país y es muy preocupante”, explicó Céspedes.
Una expedición histórica en Malpelo
El Artic Sunrise inicialmente se llamaba Polarbjørn (Oso Polar). Construido en 1975 con la misión de cazar focas, algo con lo que Greenpeace libró una dura batalla.
Fue hacia 1995 que la organización creó una empresa con otro nombre. Logró comprar el buque que hoy se dedica a atravesar los mares en un llamado de preservación.
La apneísta colombiana Sofía Gómez acompañó la misión y declaró que, a pesar de haber logrado varios récords panamericanos, suramericanos y mundiales, esta experiencia, que duró una semana, fue la que más la dejó sorprendida.
“Nadie se imagina lo que pasa en nuestro océano. Siento que, como casi todos viven en el interior del país, creen que el mar está muy lejano y si no lo ven no lo cuidan, pero en realidad el cuidado del mar inicia desde casa”, apuntó a EFE Gómez, quien se sumergió a 13 metros de profundidad y nadó con tiburones, tortugas, rayas y miles de peces.
La expedición estuvo acompañada por miembros de Parques Nacionales Naturales y la Fundación Malpelo, quienes también tomaron sus muestras para analizarlos a profundidad.
“Debemos actuar, que los gobiernos se comprometan y que los ciudadanos entiendan que estos resultados son producto de malas prácticas con el plástico. Debemos tomar acciones urgentes para garantizar la salud y sostenibilidad de los océanos”, concluyó Céspedes.