En las primeras semanas de su embarazo, Angélica Pereira sufrió molestias por una picadura de mosquito. Al principio parecía poca cosa. Pero al día siguiente se despertó con un sarpullido, dolor de cabeza, fiebre y escozor en los ojos. Los síntomas desaparecieron en cuatro días, pero ella teme que el virus tuviera consecuencias a largo plazo.

La hija de Pereira, Luiza, nació en octubre con una cabeza más de una pulgada (3 centímetros) más pequeña de lo que los médicos consideran sano. Esta afección poco habitual, conocida como microcefalia, produce a menudo un retraso mental.

Poco después, un neurólogo dio más malas noticias a Pereira y a su esposo: el daño cerebral había ocasionado una parálisis cerebral.

Mi corazón se detuvo. Solo podía pensar en todos los problemas y la discriminación que sufrirá mi bebé», expresó Pereira, una costurera de 20 años que vive en Santa Cruz do Capibaribe, una pequeña ciudad en el nordeste de Brasil donde se fabrican prendas de ropa.

Este año han nacido en Brasil más de 2 mil 700 bebés con microcefalia, un aumento respecto a los 150 de 2014.

Las autoridades sanitarias brasileñas manifiestan estar convencidas de que la variación está relacionada con un brote repentino del virus del zika, que padeció Pereira, aunque los expertos internacionales advierten que es demasiado pronto para estar seguros y el problema podría tener otras causas.

 

 

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