Una de cada tres personas diagnosticadas con enfermedades como el cáncer, presentará algún problema psicológico a lo largo de su vida, producto de los efectos del estrés y el malestar asociados a la enfermedad, llegando en ocasiones al aislamiento y adaptabilidad con sus familiares y cuidadores.

El impacto de un diagnóstico revoluciona la salud física y mental al ambiente del paciente y familiares, quienes no son ajenos al cambio y se ven convulsos al intentar adaptarse a una etapa que demanda gran parte del tiempo, especial atención y energía.

El acompañamiento psicológico a cada uno de los familiares y acompañantes a lo largo del tratamiento, ayuda a asimilar el cambio y manejar de mejor manera la ansiedad y el estrés, como también proporciona ayuda al paciente en el apego a los medicamentos y a su estabilización emocional.

Con el tiempo, las emociones y objetivos del cuidador se desplazan a segundo plano, lo que puede llegar a ocasionar conflictos consigo mismo y con otros, incluyendo a la persona convaleciente, por lo que se recomienda optar por terapia psicológica individual y familiar, para evitar que estos problemas se extrapolen en todos sus ambientes personales.

La sensación de sobrecarga y poco manejo del estrés compiten con el sentimiento de culpa y preocupaciones constantes sobre el cuidado y la enfermedad del familiar, sentimientos completamente normales en cada etapa, pero difíciles de abordar cuando no se tienen las herramientas necesarias para su superación.

El convaleciente buscará apoyo en su núcleo cercano, y es el momento cuando la capacidad adaptativa y la atención de la salud mental harán la diferencia, para una superación satisfactoria de los retos que se presentarán hasta la culminación del tratamiento.

 

Fuente: CSS