Tras un duro pulso, Donald Trump cedió este jueves y aceptó que sean los 50 estados norteamericanos los que decidan cuándo reactivar el tejido empresarial y comercial, de acuerdo con sus cifras de contagios y fallecimientos por coronavirus. El Gobierno federal sí hace una serie de recomendaciones para poder reanimar la economía, con criterios como camas de hospital y cantidad de pruebas de diagnóstico que se pueden hacer diariamente.
Pero finalmente serán los gobernadores los que decidan. Eso sí, el presidente estadounidense dejó claro cuál es su preferencia. «América quiere abrir. Los americanos quieren que abra», dijo Trump en su rueda de prensa diaria en la Casa Blanca.
Apenas unas horas antes, el presidente habló por teleconferencia con los gobernadores y les comunicó su decisión, después de haber defendido en público su derecho de decretar la apertura forzosa de fábricas y comercios. Ayer el presidente reiteró la necesidad de acelerar la reactivación económica. «Un cierre prolongado, combinado con una depresión económica infligirá un daño inmenso sobre la sociedad», dijo Trump. «Ahora que hemos superado el pico en muchos casos, hay que volver a ponerse en marcha», añadió.
Según las recomendaciones de la Casa Blanca, en una primera fase, las escuelas permanecerán cerradas y se prohiben las visitas a asilos y hospitales. A comercios como restaurantes y comercios se les permite abrir pero con limitación de aforo y observando normas de distancia física. En una segunda fase, se autorizarían los viajes no esenciales, se prohiben las concentraciones de más de 50 personas y se mantiene el aislamiento de la población vulnerable. En la fase tres, la población no vulnerable debe minimizar tiempo en lugares público, la que es puede salir a la calle pero manteniendo distancias prudentes, los bares pueden operar con aforo limitado para clientes en la barra y los gimnasios pueden reabrir con medidas normales.
La Casa Blanca ha trabajado desde la semana pasada en el sistema gradual de reactivación de la economía que pueden aplicar principalmente a los nueve estados con menos de mil infectados: Maine, Vermont, Virginia Occidental, Nebraska, Dakota del Norte, Montana, Wyoming, Alaska y Hawai. Las directrices originales del presidente para la cuarentena y el confinamiento fueron aprobadas en marzo por dos semanas y luego prorrogadas hasta el 30 de abril. Trump no va volver a prorrogarlas, dejando la decisión a los 50 gobernadores de EE.UU..
El problema es que los motores económicos de la nación, como Nueva York, todavía registran altos índices de contagios y de muertes. Con más de 10.000 fallecidos por el virus, el gobernador de ese estado desafió ayer a Trump y anunció la prórroga de la cuarentena antes ni siquiera de escuchar los planes de la Casa Blanca.
«Debemos mantener las medidas. La tasa de nuevas infecciones debe bajar aún más. Las directrices de pausa de Nueva York, con los cierres correspondientes, se extenderán en coordinación con otros estados hasta el 15 de mayo», anunció el gobernador, el demócrata Andrew Cuomo.
Lo mismo que Nueva York harán estados vecinos como Nueva Jersey, Pennsylvania, Rhode Island, Connecticut, Massachusetts y Delaware, además de la capital federal, el Distrito de Columbia. También han anunciado una prórroga de estas medidas excepcionales los gobernadores de la costa pacífica de EE.UU.: California, Oregón y Washington. En total, esos estados que Trump ha calificado de «rebeldes» y «amotinados» suman 95 millones de habitantes, de los 320 millones del país.
De ellos sólo uno tiene un gobernador republicano, Charlie Baker, que el miércoles en una rueda de prensa lloró al recordar a las víctimas. «Mi mejor amigo ha perdido a su madre por el virus», dijo el gobernador, cuyo estado ha registrado al menos 1.100 muertos por coronavirus.
Turba en Michigan
Cierto es que otros estados, menos afectados y con gobernadores republicanos, están dispuestos a reabrir cuando el presidente diga, ante el lastre que supone la cuarentena para la productividad y el comercio. Incluso hay algunos como Dakota del Sur que no tienen vigentes órdenes de cierre. El miércoles una turba de hombres armados rodeó el Capitolio de Michigan, en Lansing, para exigirle a la gobernadora, la demócrata Gretchen Whitmer, la reapertura de la economía. En principio la orden de confinamiento en este estado del Medio Oeste está vigente hasta el primero de mayo.
Por su parte, el comité de expertos que asesora a Trump ha dicho en varias intervenciones en las ruedas de prensa de la Casa Blanca que la reapertura del tejido empresarial y del comercio deberá estar supeditada a un programa de diagnóstico masivo. Sin embargo, como en el resto del mundo, los tests escasean en EE.UU.. De momento se practican, según cifras oficiales 145.000 pruebas diarias, con un total acumulado de solo 3,1 millones. Para acelerar los diagnósticos, la Casa blanca ha autorizado 48 modelos distintos, para detectar tanto positivos como inmunizados. La Agencia del Medicamento (FDA por sus siglas en inglés) está colaborando en la distribución de kits de diagnóstico con 300 laboratorios diferentes dentro de EE.UU.
A pesar de que Trump ha llegado a defender que su autoridad para ordenar la reapertura de la economía es «absoluta» y «total», en realidad sus directrices son sólo recomendaciones, pues son los gobernadores, en un estado federal, los que aplican el estado de alarma y tienen la potestad de ordenar las cuarentenas, movilizando si es necesario a la Guardia Nacional.
Fuente: ABC