Hace apenas unos días, un estudio publicado en Nature Medicine salía al paso de las noticias que atribuyen el origen del coronavirus de la Covid-19 a la mano del hombre. Para los investigadores, del Instituto Scipps de Investigación, la composición genética del virus dejaba muy claro que no se trata de una mezcla de virus conocidos, como podría esperarse si hubiera sido “fabricado” por el ser humano. Además, añadía el estudio, el SARS-Cov-2 cuenta con una serie de características muy poco usuales y que recientemente han sido identificadas en los pangolines, un tipo de oso hormiguero. Lo cual constituye otra evidencia de que el virus tiene un origen natural.
Sin embargo, llegar a esa conclusión no resulta fácil, porque las herramientas que se utilizan para esos análisis se basan, por defecto, en el supuesto de que todos los brotes son de origen natural, por lo que no suelen incluir evaluaciones de riesgo que contemplen la posibilidad de que los virus sean artificiales.
Por eso, un equipo de investigadores de la Society Risk Analysis, un foro especializado en el análisis de riesgos para la sociedad que funciona desde 1980, ha puesto a punto un test de evaluación especialmente diseñado para ese fin. Se trata de una actualización de la llamada herramienta Grunow-Finke (GFT), y podría ser definitiva a la hora de determinar si el brote de coronavirus procede de la naturaleza o del hombre. El estudio se acaba de publicar en Risk Analysis, la revista académica más importante del sector.
La herramienta GFT modificada contiene 11 criterios especialmente pensados para determinar si un brote tiene, o no, un origen natural:
1.- Existencia de un riesgo biológico, es decir, presencia de un entorno político o terrorista que pudiera dar lugar a un ataque biológico.
2.- Una cepa vírica inusual. En brotes de origen no natural, las cepas de los virus pueden ser atípicas, raras, anticuadas o nuevas, con diferentes mutaciones y orígenes, estar editadas genéticamente o haber sido creadas con técnicas de biotecnología sintética. Esos brotes pueden mostrar una mayor virulencia, sobrevivir en ambientes inusuales, resistir a medidas profilácticas y terapéuticas o dificultar su detección e identificación.
3.- Aspectos especiales. No se puede descartar que un agente biológico haya sido manipulado genéticamente.
4.- Peculiaridades en la distribución geográfica de la enfermedad. Esa distribución geográfica sería inusual desde una perspectiva epidemiológica si la enfermedad se identifica en una región afectada por primer vez o después de un largo periodo de tiempo.
5.- Alta concentración del agente biológico en el ambiente. Si un agente biológico se libera de forma artificial, podemos esperar encontrarlo en concentraciones inusualmente altas en el aire, el suelo y el agua potable o superficial en un área muy extensa.
6.- Peculiaridades en la intensidad y dinámica de la epidemia. Se caracterizarían por el porcentaje de casos de la enfermedad por unidad de tiempo o por el número total de casos.
7.- Peculiaridades en el modo de transmisión. En general, las epidemias naturales presentarán vías de transmisión que son típicas para el patógeno y sus huéspedes naturales. Las desviaciones de esas rutas naturales de infección podrían indicar que los agentes biológicos se han diseminado de forma deliberada.
8.- Peculiaridades en el momento de aparición de la epidemia. Las epidemias de muchas enfermedades infecciosas suceden, en su mayoría, en determinadas estaciones del año, ya sea porque dependen del clima o porque ocurren tras ciertos intervalos de tiempo.
9.- Propagación inusualmente rápida de la epidemia. La velocidad a la que se propaga una epidemia está determinada por la virulencia, resistencia y concentración del patógeno y por el contagio de la enfermedad y la intensidad del proceso de transmisión, por un lado, y por la susceptibilidad y disposición de la población expuesta, por el otro.
10.- Limitación de la epidemia a una población específica. Los ataques biológicos pueden dirigirse contra grandes grupos de población heterogéneos, como los contingentes militares, o contra grupos objetivos seleccionados.
11.- Situaciones especiales. Cualquier circunstancia sospechosa que se identifique antes, durante o justo después del brote puede apuntar a una propagación antinatural.
Si la herramienta revela una puntuación inferior a 30 (de los 60 puntos posibles), entonces el brote será debido a causas naturales. Cualquier valor que supere los 30 puntos será el indicativo de un origen intencionado. Según cuáles sean los datos disponibles, a cada uno de los once criterios se les asigna un valor de entre 0 y 3 puntos. El valor resultante se multiplica por un factor de ponderación establecido entre uno y tres puntos. La suma de puntos se divide después por el número máximo de puntos, lo que indica la probabilidad de bioterrorismo.
Fuente: ABC