El presidente colombiano, Juan Manuel Santos, anunció que viajará en las próximas semanas a Italia para un encuentro en el Vaticano con el papa Francisco, quien siempre ha apoyado el esfuerzo de Colombia por lograr la paz, según expresó el mandatario colombiano. Sin embargo, la paz es cada vez más un espejismo que un objetivo político. Los hechos de las últimas 72 horas suman más incertidumbre que esperanza en que se pueda lograr un nuevo acuerdo en las negociaciones por la paz. El panorama se calienta por los recientes acontecimientos: el notable aumento de los enfrentamientos y los saldos de muertes y heridos que se han dado en los últimos días. Hechos que requerirán algo más que apoyo religioso del Santo Padre, sino de un absoluto cumplimiento de una tregua realmente efectiva.

En el momento en que se iban a reiniciar las negociaciones, con nuevos delegados del gobierno en la mesa de diálogo en La Habana, como la canciller María Ángela Holguín, en la que sería la ronda número 37, la misma fue suspendida unilateralmente al conocerse en La Habana que una operación del Ejército Nacional de Colombia, llevada a cabo el pasado viernes, en Guapi, en la región del Cauca, había dejado 26 guerrilleros muertos durante el ataque aéreo.

Por otro lado, fuentes oficiales reportaron que en la región de Tumaco se produjo un ataque de la guerrilla contra una patrulla militar que dejó un soldado muerto y dos heridos. Según fuentes del Ejército, el ataque se produjo también el sábado y habría sido perpetrado por el Frente 29 del grupo guerrillero.

El recrudecimiento de la guerra en Colombia supone una posible suspensión de las negociaciones que se realizan en La Habana, pues además de la actual coyuntura es un dilema político para Juan Manuel Santos, ya que los bombardeos aéreos en las zonas rurales controladas por las FARC hablan un lenguaje contrario al de la paz. Una contradicción eterna que ningún gobierno en Colombia ha resuelto, pese a que Santos es el que más lejos ha avanzado.