Barack Obama comenzó, al final de la cumbre del G20, el proceso de despedida de la escena internacional, de la que ha sido un protagonista central durante ocho intensos años en los que ha afrontado la crisis económica y numerosos conflictos.

El presidente estadounidense, que cerró su última cumbre del G20, participa esta semana en otra cumbre con los países del sudeste asiático (Asean) en Laos, y en noviembre, ya conocido su sucesor (o sucesora), viajará a Lima para la cumbre del Foro Asia Pacífico (Apec).

En la despedida de su último G20, Obama no pudo evitar comenzar su conferencia de prensa con una reflexión sobre cómo han sido estas cumbres desde que asistió a la primera, en 2009, y cómo han intentado desde entonces afrontar la crisis económica internacional.

Con aspecto y tono inevitablemente melancólicos, Obama repasó el trabajo de estos años y cómo, a pesar de las críticas que dicen que estas cumbres no producen avances, las cosas -en su opinión- van mejorando.

“Estos son tiempos turbulentos” y a veces se ven titulares que “te abrasan” porque los líderes de la comunidad internacional no pueden encontrar soluciones rápidas a los principales problemas, como los refugiados, el cambio climático, el terrorismo o la economía, indicó.

“Pero entonces miras varios años atrás y ves que las cosas están mejorando, no siempre tan rápido como nos gustaría, pero de forma significativa”, recalcó.

El G20 se había creado en 1999, pero no tuvo su primera cumbre hasta noviembre de 2008, con George W. Bush en la puerta de salida y desacreditado por la abultada victoria electoral del demócrata Obama pocos días antes.

El primer G20 de Obama fue en Londres en 2009, en la peor fase de la crisis económica, cuando la economía global se contraía “por primera vez en nuestra generación y el sistema financiero internacional estaba casi paralizado”, recordó.

La respuesta de esa cumbre “fue histórica” en rapidez y magnitud, afirmó Obama, para quien elevar el G20 al nivel del “principal foro mundial” fue uno de los mayores aciertos.

El presidente estadounidense se extendió en los elogios a este grupo, que reúne a los países más ricos con las potencias emergentes y naciones en desarrollo, y frente al aislacionismo que en Estados Unidos siguen predicando algunos.