Mientras en la ciudad de Panamá se conmemoraba con júbilo la proclamación de la independencia el 3 de noviembre de 1903, en la costa atlántica del país, en la ciudad de Colón, se gestaba el capítulo final de una de las gestas más importantes de la historia panameña: la consolidación de la separación de Panamá de Colombia.

Pocos saben que sin lo ocurrido en Colón el 5 de noviembre, aquella independencia hubiera estado en grave peligro. Los hechos desarrollados en la provincia atlántica fueron determinantes para garantizar que el sueño de libertad no se desvaneciera ante la presencia del ejército colombiano.

Los días previos al 5 de noviembre fueron de tensión e incertidumbre. El 3 de noviembre, la ciudad de Panamá había proclamado oficialmente su separación de Colombia, un acto político audaz que buscaba la creación de una nueva república. Sin embargo, en el país aún se encontraban tropas colombianas, especialmente en la estratégica ciudad de Colón, donde se hallaban unos 500 soldados del Batallón de Tiradores, comandados por el coronel Eliseo Torres.

La presencia militar generaba temor. Un solo mal paso podía provocar una reacción violenta que pusiera fin a la naciente independencia. Pero en Colón, un grupo de hombres y mujeres patriotas ya estaba preparado para actuar.

Bajo el liderazgo del general Porfirio Meléndez, se organizó la Junta Patriótica Revolucionaria de Colón, un movimiento civil comprometido con la causa separatista. Meléndez, un hombre de carácter sereno pero firme, conocía la importancia de actuar con inteligencia y diplomacia.

El 4 de noviembre de 1903, la noticia de la separación proclamada en la capital llegó rápidamente a Colón. Fue entonces cuando Meléndez reunió a sus compañeros y les anunció la situación con una frase que se haría célebre entre los colonenses: “El sancocho está por empezar”.

Mientras en el resto del país se utilizaba la expresión “llegó Mateo” para referirse al inicio del movimiento, en Colón esa frase adquirió un sentido especial: era el aviso de que el momento decisivo había llegado.

El verdadero desafío comenzó cuando el coronel Torres, al mando de los soldados colombianos, recibió rumores de una supuesta invasión nicaragüense al Istmo. Preocupado por la estabilidad del territorio, Torres decidió investigar la situación, lo que pudo haber significado una intervención militar directa que habría sofocado la independencia.

Aquí entró en juego la astucia de Porfirio Meléndez. Con una serenidad admirable, el líder colonense se reunió con el coronel Torres y lo convenció de que la situación estaba bajo control y que en la ciudad de Panamá reinaba la calma. Su discurso fue tan persuasivo que el militar colombiano decidió no intervenir y ordenó el retorno de sus tropas a Barranquilla.

Aquella decisión, aparentemente simple, fue la pieza clave que consolidó la independencia panameña. Sin derramar una gota de sangre, Colón se convirtió en el garante del sueño republicano.

El 5 de noviembre de 1903 amaneció con un aire distinto. Las campanas, los disparos de salva y el júbilo de la población marcaron el inicio de una nueva etapa. Los colonenses, conscientes de su papel histórico, celebraban que Panamá ya no era una provincia colombiana, sino una nación libre y soberana.

Mientras en la ciudad capital se consolidaba el nuevo gobierno, en Colón se respiraba la satisfacción del deber cumplido. La diplomacia y el patriotismo habían triunfado sobre la violencia y la guerra.

El papel de Colón en la independencia fue oficialmente reconocido muchos años después. En 2005, la Ley 55 declaró el 5 de noviembre como Día Nacional, en honor al papel decisivo que jugó la provincia en la consolidación de la República.

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Cada año, los colonenses celebran esta fecha con orgullo. Los actos protocolares, los desfiles estudiantiles y las presentaciones culturales recuerdan que fue en esta ciudad donde se aseguró el futuro de la patria.

El 5 de noviembre no solo conmemora un hecho histórico, sino que simboliza el valor, la astucia y la diplomacia del pueblo panameño. Fue el día en que Colón demostró que la independencia no siempre se gana con las armas, sino también con inteligencia, unidad y amor por la patria.

Así, cada año, cuando suenan los tambores en las calles colonenses y ondea la bandera panameña al viento, se revive la memoria de Porfirio Meléndez y de todos aquellos héroes anónimos que, con valor y convicción, aseguraron la libertad de una nación que hoy se enorgullece de su soberanía.

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