La enfermedad por el virus del ébola anteriormente fue denominada como fiebre hemorrágica del ébola, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) puede llegar al 90% de tasa de mortandad afectando a personas y a primates no humanos (monos, chimpacés y gorilas).

Según la OMS el origen del virus de Ébola se desconoce pero estudios científicos revelán que los murciégalos frugívoros son sus huéspedes más probables.

El mortal virus desarrolla síntomas como: fiebre, dolor de cabeza y garganta, debilidad, dolor de las articulaciones y musculares, vómitos, diarrea, falta de apetito, erupciones cutáneas, dolor estomacal y en algunos casos sangrado.

Según la OMS la mayoría de casos registrados se han transmitido en África Occidental, a través  del contacto directo con fluidos corporales como: moco, saliva, semen, sudor, heces, vómito y sangre.

Países como Ecuador, Perú y Argentina se preparan ante la posible entrada del ébola a sus naciones; en el caso de Argentina que desarrolló un método para diagnosticar los casos de ébola, es el primer país de Latinoamérica en elaborar la técnica que consiste en utilizar el código genético del virus, diseñar un «primer» o cebador que permite multiplicar el genoma del virus de ébola si se encuentra en una muestra de sangre u otros fluidos y así confirmar o descartar un caso.

Se dio a conocer por la OMS que el virus no es contagioso hasta que aparecen los síntomas, quiere decir que requiere un periodo de incubación que dura entre 2 y 21 días.

En 1976 se detectó por primera vez dos brotes simultáneos de ébola, uno en una aldea cercana al río Ebola, en la República Democrática del Congo y el otro caso se registró en Sudán.

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