Cumpliendo la promesa que les hice, de hablarles siempre con la verdad, de manera transparente y sincera, hoy hago uso de mi primera cadena nacional para brindarles un estado de situación de la mayor institución del país, la Caja de Seguro Social.

Asumí el cargo para el cual fui electo hace un poco más de dos meses y a partir del primer día establecí una conversación franca con el pueblo, con el periodismo y con las organizaciones empresariales y sociales del país. Les he sido muy claro y directo, como es mi estilo, sobre la mala situación de las instituciones y finanzas del Estado.

Solo si sinceramos los números y la información podremos actuar con base en la verdad. La manipulación y el ocultamiento le hicieron un gran daño a la Nación.

Nada de esto es en búsqueda de taquilla o de hacer “show”, sino de que cada panameño esté al tanto de lo que encontramos y de lo que haremos para reconstruir un país que está pagando un alto costo por la decadencia política y el juega vivo con recursos de los panameños. Tristemente, la Caja de Seguro Social no fue la excepción. Al contrario. Es, quizá, la institución que se encuentra en peor situación.

Eso no lo dicen solo las cifras económicas, también lo sienten los asegurados cada vez que hacen filas interminables, que sufren la falta de medicamentos y que padecen meses de espera por una apremiante cirugía que nunca llega. También los trabajadores, que ni siquiera saben cuál es el destino de sus cuotas. 

La institución tiene muchos años; sí, dije bien: muchos años sin contar con estados financieros auditados. Esto no supone falta de información, sino un inmenso agujero negro que ha sido producto de la ineficiencia, el despilfarro y la nula transparencia con la que se han gestionado los recursos de los cotizantes.

Estamos en medio de una fuerte tormenta sin instrumentos confiables. Lo peor es que todo indica que los datos que encontraremos son peores que los manifestados por las actuales autoridades.

Desde antes de asumir la Presidencia, las personas me decían: “Mulino, el Seguro es bien rápido para cobrarnos, pero muy lento para atendernos”. Los asegurados no sienten, y con razón, que se les respeta cuando necesitan de asistencia médica.

Esta introducción demuestra que la Caja de Seguro Social está en una situación terminal, pero que se puede recuperar si llevamos a cabo una reforma estructural con trabajo duro, modernizando el servicio a través de la digitalización para evitar la corrupción rampante que impera y sacando, de una vez por todas, la política partidaria, la repartidera de cargos y prebendas que ha existido en una institución que debió estar al servicio de los asegurados.

En este mensaje pretendo separar en dos temas centrales lo que ocurre y lo que comenzaremos a hacer para garantizar un Seguro Social más eficiente, más humano y que sea parte de la solución de los problemas de los panameños y no un agravante, como lo es actualmente.

Primero, voy a hablarles de las prestaciones de salud, el tema donde existen mayores reclamos por la incapacidad de esta organización para darle soluciones a los panameños en momentos críticos.

Hoy, el servicio es inhumano. Por alguna razón que vamos a descifrar, las medicinas no llegan en tiempo y forma para la mayoría de los asociados por problemas que se inician en la licitación y continúan en todo el proceso de almacenaje, distribución y entrega.

Hoy, según datos de la gestión saliente, que nuestro equipo debe comprobar, falta el 20% de medicamentos. Pero las personas me dicen que, si le recetan 5, el Seguro solo tiene 2 y el resto lo debe comprar en una farmacia. Que no hay medicinas básicas aquí en Panamá y mucho menos en el interior.

En cuanto a las medicinas, entre creerles a los directivos de la actual gestión o creerle a la gente, les creo mil y una vez a los panameños. No vamos a confiar en las “estadísticas oficiales”, sino que trabajaremos a partir de los reclamos de quienes verdaderamente sufren el problema.

De la misma manera, faltan insumos médicos indispensables para realizar operaciones. Hoy solo hay en la Caja de Seguro Social el 44% de insumos quirúrgicos.

Esto quiere decir que, más de la mitad de los pacientes que esperan una operación, tendrán secuelas o morirán antes de llegar a un quirófano. Esta imprudencia raya en lo criminal.

No hay que ser un experto en el tema para saber que si la Caja de Seguro Social tiene 19,350 cirugías atrasadas es porque este sistema colapsó. Los responsables de esta desidia no tienen excusa válida que los justifique.

Señores, las excusas no resuelven problemas médicos. Los cuentos de camino no ocultan realidades.

No está en mi espíritu especular políticamente con esta realidad. Tampoco presentarme ante ustedes con un caudal de frases demagógicas para ganar popularidad.

Dentro de estas cifras o números fríos hay gente sufriendo:  son padres de familia que esperan por una cirugía. Son madres que esperan por reactivos, incluidas quienes están en Unidades de Cuidados Intensivos. Son niños y niñas que no tienen medicinas para poder disfrutar de la vida sanos.

Todo esto es por una causa:  la decadencia política que contaminó toda la administración pública; funcionarios que deshonraron los valores patrios y la solidaridad con sus compatriotas.

Es por eso por lo que estoy hoy frente a ustedes. Para decirles que esto no puede continuar. Vamos a ponerle fin al despilfarro y empezar a recuperar una institución que está llamada a cuidar la salud de los panameños.

Aquí las responsabilidades recaen en un pequeño grupo que ha vivido de la especulación y la mentira, lucrando de posiciones que resuelven sus problemas, pero no los de los asegurados.

El sistema de citas es otro martirio. Les dicen a los cotizantes que los turnos los da el sistema. Cuando intentan sacar la cita, el sistema está caído una y otra vez. Mientras les descuentan sus cuotas religiosamente los 15 y 30, tienen que volver a formar horas de filas para que les den un turno meses después. Esa es la realidad en la actualidad. Yo escucho a las personas, a mí no me echan cuento.

Es increíble que una institución con 34,717 funcionarios no pueda dar una solución para que las citas médicas no demoren tanto.

Por ejemplo, hoy en especialidades como Cardiología te dan una cita a los 141 días, y en rehabilitación 112 días de espera.

Lo mismo pasa con los estudios médicos. Un Eco-Doppler, por ejemplo, que es un estudio cardíaco importante, si lo pides hoy, te dan la cita para abril del próximo año.

Inconcebible.

Hace poco, una señora me contaba que fue a hacerse una resonancia y la máquina estaba dañada; volvió al mes siguiente y la máquina seguía dañada. Tuvo que pagar de su bolsillo un examen que debería hacérselo el Seguro Social.

No sé si esto ocurre por falta de mantenimiento, por falta de profesionales o por algún arreglo entre funcionarios y sector privado para que el asociado que ya pagó el servicio por adelantado con sus cuotas pague de nuevo ese estudio en otro lugar. Pero eso pasa. Y mucho.

La primera medida propuesta por esta gestión es la unificación del sistema de compras a través del programa “Compra Única”, que unifica al Ministerio de Salud y la Caja de Seguro Social, para eliminar burocracia, garantizar precios justos y abastecimientos, tanto de medicinas como de insumos necesarios para laboratorios, diagnóstico por imágenes y material quirúrgico.

La unificación del sistema tiene como objetivo el inicio de una gestión eficaz en la salud de las personas y más humano con los enfermos. Se trata de una suma de acciones para que ganen todos los panameños.

La salud pública demanda atención para todos, no solo para un grupo.

Esto no solo tendrá resultados en las medicinas y en la mora quirúrgica. También lo tendrá en uno de los servicios más esperados por los panameños: El hospital oncológico.

Miren las contradicciones que son fáciles de resolver si hay voluntad y decisión: la Caja de Seguro Social construyó el Hospital de Cancerología, pero no tiene los médicos especialistas, las enfermeras ni los insumos.

Por otro lado, el Instituto Oncológico Nacional, del Ministerio de Salud, tiene muy buenos especialistas, enfermeras y técnicos e insumos, pero una infraestructura decadente.

Lo conozco porque fui personalmente a visitarlo, lo recorrí y salí de ahí con dolor e impotencia de ver cómo esa infraestructura tiene sufriendo a las personas con cáncer y también a los médicos, técnicos y enfermeras que dan todo de sí.

Estamos coordinando para trasladar el Instituto Oncológico Nacional a la nueva Ciudad de la Salud de la Caja de Seguro Social, con la finalidad de ponerlo a funcionar adecuadamente.

Mudando a los médicos especialistas, pondremos en marcha una infraestructura de clase mundial que actualmente está parada por falta de doctores.

Eso permitirá que en mucho menos tiempo de lo que lleva construir otro edificio, tengamos un nuevo oncológico de calidad y que sigamos sumando unidades en el interior para el tratamiento de quimioterapia.

De esta manera les damos una solución rápida, eficiente y humana a los pacientes con cáncer; y, por otro lado, el Estado se ahorra millones de dólares eliminando una duplicidad innecesaria.

Otro tema que vamos a mejorar es el sistema de citas, con un efectivo control para que las mismas no sean fantasma, como ocurre hoy en día. Para que realmente cada paciente tenga una atención más rápida, minimizar las cancelaciones y espacios vacíos.

Existen eficientes sistemas digitales que hacen que las citas sean transparentes, sin favoritismos, abiertas y de fácil control.

No puede ser esas filas de enfermos o familiares que pasan horas esperando y, cuando los atienden, no es de buena manera.

Los asegurados me dicen que algunos que atienden muy bien en clínicas privadas, en el Seguro Social dan muy mal servicio. Eso no es justo, todo el mundo merece respeto y todo enfermo merece ser tratado con el cuidado que corresponde.

Es hora de entender que primero está la salud de los panameños, el cuidado de los enfermos, la urgencia de los tratamientos y medicinas en los centros de salud.

Las discusiones políticas o sectoriales no deben atrasar más la solución de estos graves problemas. Ya hemos pasado por ese viacrucis sin mejoría en el sistema.

La gestión debe enfocarse en la gente, no en dirigentes.

¿Cuántos “diálogos” y “mesas de trabajo” se han realizado en el tiempo?

Muchos, pero esos ejercicios no pasaron del discurso y la retórica a la práctica. Discutir y debatir para que todo siga igual no es una opción. Es necesaria la participación de todos, escuchando principalmente a los usuarios.

El segundo punto es el programa de Invalidez, Vejez y Muerte; es decir, las jubilaciones.

Este es un sistema complejo, con profundos problemas estructurales y del que se deben plantear soluciones reales y donde las cifras hagan sentido.

Seguir maquillándolas no es sostenible y a mi Gobierno le ha tocado hacerle frente a esto con responsabilidad para poder garantizar la supervivencia financiera del sistema.

No se trata de pedir o sugerir soluciones si las mismas no vienen avaladas por el sustento económico que permita su real aplicación.

Durante las últimas semanas, me he reunido con gremios de trabajadores, profesores, empresarios, con todos los partidos políticos, bancadas y medios de comunicación. Con todos he conversado y escuchado sus preocupaciones.

Gracias a esto, comenzamos a trabajar desde la certeza que la Caja de Seguro Social no será privatizada. Repito: la Caja de Seguro Social no será privatizada.

Ese tema está fuera de discusión, realidad que nos permite avanzar en temáticas concretas, porque son concretos los problemas que aquejan al sistema.

Para ello, estableceré una mesa de conversación con todos los sectores de la sociedad. Todos conocemos la historia y situación del Seguro Social.

Esta mesa de trabajo dará inicio, con mi presencia, a partir del lunes 16 de septiembre en la Presidencia de la República.

Los encuentros que le siguen serán coordinados por el ministro de Salud, Dr. Fernando Boyd, y el nuevo director de la Caja de Seguro Social, licenciado Dino Mon.

No serán encuentros para hacer revisionismo histórico ni lamentarnos de lo que pasó hace 20, 30 o 40 años. Las anécdotas quedan en el pasado. Vamos a definir qué haremos para adelante y de dónde saldrán los recursos.

Avanzar hacia una Caja de Seguro Social robusta, fortalecida y viable será el norte. La retórica no resolverá nada, y no hay tiempo para volver escuchar los mismos argumentos que se repitieron una y otra vez.

El problema del programa de Invalidez, Vejez y Muerte es de dinero.

Los participantes incluidos en las mesas de conversaciones tienen hasta el 31 de octubre para presentar propuestas y discutirlas.

Para ser considerada, cada propuesta deberá estar sustentada con el correspondiente análisis financiero y una explicación detallada de la fuente de los recursos de cada modelo presentado.

Vamos a establecer la real deuda que tienen, tanto el sector privado como el público, con la Caja de Seguro Social. Estoy convencido de que el primer esfuerzo lo debe hacer el Estado, los empresarios y el mismo Seguro.

La información disponible, que no ha sido auditada, pero es la única que tenemos, muestra que el Gobierno Nacional no tiene grandes atrasos. De tenerlos, les aseguro que vamos a repararlo de manera rápida. Debemos ser nosotros quienes demos el ejemplo.

Las deudas de alcaldías y corregimientos serán refinanciadas para que se puedan poner al día con la institución.

Sinceramente, no logro entender, con los millones de dólares despilfarrados en la descentralización paralela, ni siquiera pagaron las obligaciones con el Seguro Social. La irresponsabilidad no tuvo límite.

Determinaremos de forma abierta y transparente la deuda del sector privado para que realicen los pagos correspondientes. Todos tienen que ponerse al día. Pero tales deudas deben ser reales y no prescritas por el paso del tiempo.

Quiero adelantar que he recomendado al nuevo director, Dino Mon, que se establezca un sistema “online” para que cada trabajador pueda saber si sus aportes están al día. Ese será el mejor fiscalizador para que los patronos dejen la mala práctica de descontar las cuotas y no pagarlas al Seguro Social. Tal conducta es un delito y no se puede seguir tolerando impunemente. Eso incluye a las autoridades electas o designadas.

De la misma manera, pediremos que se haga un inventario de todos los activos, como edificios, lotes y fincas al día de hoy, para conocer el verdadero patrimonio con que cuenta la Caja de Seguro Social.

Nuestro gobierno tiene una visión sobre el futuro de la seguridad social y estamos abiertos a escuchar distintas ideas y proyectos para trabajar de la mejor manera y que el pueblo sepa qué costo tiene cada una de ellas; pero reitero: que se presenten con honestidad y viabilidad diciendo de dónde se sacarán los recursos.

No acepto que usen este tema para hacer política.

Queridas panameñas y panameños: Rehuirle al problema de la Caja de Seguro Social no es sostenible.

Seguir apadrinando el deterioro del servicio de salud y permitir que quienes con su sacrificio de décadas de trabajo se queden sin jubilación, no es una opción para mí.

El pueblo conoce la situación y saben que tarde o temprano había que hacerle frente. Ese día ya llegó. No seré uno más de los que escondió o esquivó el problema. Porque no será este presidente quien permitirá que colapse la Caja de Seguro Social.

En este sentido, hago también un llamado respetuoso a la Asamblea Nacional para que, en sesiones extraordinarias, en noviembre y diciembre, discutan con prioridad, responsabilidad y sentido práctico, el proyecto de ley que recoja la propuesta que emane de estas conversaciones.

Es con paso firme y con profundo amor por mi país, que empezamos este proceso renovador de la Caja de Seguro Social.

Una vez más, comprometo mi apoyo personal y político, como presidente de todos los panameños, para resolver un problema que es de todos.

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