Entre cabalgatas, desfiles, carretas, música y tradición, el XIII Festival Nacional del Sombrero Pintao culminó con gran éxito, congregando a miles de visitantes que se dieron cita para rendir homenaje a una de las expresiones culturales más emblemáticas del país.
Durante tres días, La Pintada se convirtió en el epicentro de la cultura panameña, donde los artesanos fueron los verdaderos protagonistas de una celebración que exalta el orgullo y la identidad nacional a través del arte del tejido del sombrero pintao, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.
Entre los expositores destacó Armando Hernández, artesano de la comunidad de Las Pozas, Penonomé, quien aprendió el oficio desde niño y ha dedicado más de cuatro décadas a perfeccionar su técnica.
“Desde los 14 años me dedico a confeccionar sombreros. Hago uno por mes, y los de alta gama pueden tomar hasta mes y medio, dependiendo del número de vueltas”, compartió Hernández, con visible orgullo.
Su destreza en el tejido de la crineja y la calidad de sus piezas lo han hecho merecedor de varios reconocimientos. “El sombrero más caro que he vendido alcanzó los mil dólares”, añadió, subrayando que cada pieza representa paciencia, dedicación y amor por la tradición.
Otra protagonista fue Gloria Lineth Hernández, oriunda de El Jobo, quien aprendió a tejer sombreros desde los seis años siguiendo el ejemplo de su abuela y su madre.
“Aprendí viendo a mi abuela, a mi mamá y a las vecinas. Ellas fueron mis maestras”, recuerda Gloria, quien hoy enseña este arte a sus hijas, nietas y a nuevos aprendices dentro y fuera del país.
Su primer sombrero lo vendió por apenas 65 centavos, sin imaginar que ese sería el inicio de una trayectoria que la llevaría a recibir la Medalla San José y a representar a Panamá en eventos internacionales, promoviendo el nombre de La Pintada y del artesanado nacional.
Durante el festival se desarrollaron concursos de tejido de crineja y confección artesanal, donde los jurados evaluaron la calidad, precisión y autenticidad de cada pieza. Visitantes, coleccionistas y turistas admiraron la maestría de los artesanos y la riqueza cultural que encierra cada sombrero.
El evento también generó una importante reactivación económica para emprendedores, productores locales y pequeños negocios, consolidando a La Pintada como un referente de cultura, arte y desarrollo comunitario.
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Autoridades, patrocinadores e invitados especiales recorrieron los puestos de exhibición, destacando el valor del trabajo artesanal como patrimonio vivo de la nación.
Hombres y mujeres que, con sus manos, mantienen viva la tradición del sombrero pintao, demostraron una vez más que el arte y la cultura siguen floreciendo en esta tierra coclesana.
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