En el Día Mundial del Sida, la revista Nature publica tres estudios que exploran diferentes estrategias para avanzar hacia una posible cura del VIH, una enfermedad que afecta a cerca de 40 millones de personas en el mundo desde que se identificaron los primeros casos en 1981.
El primer estudio, liderado por la Universidad de California en San Francisco (UCSF), muestra que es posible controlar el virus sin terapia antirretroviral (TAR) mediante una combinación de inmunoterapias experimentales. El tratamiento permitió que siete de cada diez participantes mantuvieran niveles bajos del virus durante meses tras suspender la medicación habitual, utilizada desde los años noventa para convertir el sida en una enfermedad crónica controlable.
El ensayo, desarrollado con la colaboración de farmacéuticas y organizaciones de investigación, fue financiado por la Fundación amfAR y los Institutos Nacionales de la Salud (NIH). La estrategia consistió en tres pasos:
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Una vacuna terapéutica para activar linfocitos T contra el VIH latente.
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Un cóctel de anticuerpos para reducir la carga viral.
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Una segunda ronda de anticuerpos antes de suspender la TAR.
Habitualmente, al suspender los medicamentos, el virus rebota en dos semanas. En este caso, solo tres de los diez participantes experimentaron ese rebote rápido; uno no lo tuvo y seis mantuvieron niveles bajos del virus durante meses. Los investigadores reconocen que el enfoque requiere simplificación y estudios más amplios antes de considerarse alternativa a la TAR.
El segundo estudio, dirigido por David Collins del Instituto Ragon, identifica características comunes de células T en personas que lograron controlar el virus en ensayos previos. Aunque preliminar, el hallazgo podría orientar futuras estrategias para inducir la remisión del VIH-1.
El tercer trabajo documenta la remisión sostenida del VIH en un hombre alemán de 60 años, el séptimo caso registrado mediante trasplantes de células madre. El paciente, conocido como el “segundo paciente de Berlín”, recibió un trasplante de un donante con una sola copia de la mutación CCR5 Delta32, lo que amplía el rango de posibles donantes. Este método ha sido clave en casos previos, como el de Timothy Ray Brown y Adam Castillejo, aunque sigue reservado a pacientes con enfermedades hematológicas graves.
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Para Javier Martínez-Picado, del consorcio IciStem, el nuevo caso confirma la solidez de la estrategia, aunque recuerda que el procedimiento es demasiado invasivo para aplicarse de manera generalizada. Aun así, señala que se trabaja en alternativas más seguras y accesibles para lograr remisiones duraderas.





