El último sobreviviente de lo que el presidente Donald Trump llamó “mis generales”, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, quedó desairado tras el anuncio de una retirada militar estadounidense de Siria a la que se opuso con toda su fuerza durante casi dos años.
El exgeneral del cuerpo de Marines -Infantes de Marina (USMC), que salió de su retiro en enero de 2017 para tomar las riendas del Pentágono, siempre ha defendido la operación militar estadounidense en Siria para infligir al grupo del Estado Islámico (EI) una derrota “duradera, no solo territorial”.
Este jueves sacudió a Washington al dimitir. “Usted tiene el derecho de tener un secretario de Defensa cuyos puntos de vista estén mejor alineados con los suyos…creo que lo correcto para mí es renunciar a mi cargo”, dijo Mattis a Trump en su nota de renuncia.
En abril pasado, Trump anunció que estaba dispuesto a aprobar la salida de ese país en guerra tras más de siete años, Mattis lo convenció de que las tropas se quedasen un poco más mientras hubiera yihadistas en Siria.
En junio, advirtió a los aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que abandonar Siria de manera precipitada sería un “error estratégico” el cual podría “dejar un vacío” que podría ser “explotado por el régimen de (el presidente sirio Bashar Al) Asad o sus aliados”.
A finales de octubre en Baréin, reafirmó solemnemente “el viejo compromiso, permanente y transparente de Estados Unidos con el Medio Oriente” frente a Rusia. Moscú, que está reforzando su influencia en Siria gracias a sus victorias militares favorables al régimen de Bashar Al Asad, “no puede reemplazar a Estados Unidos” en la región, agregó.
Desde el anuncio de Trump, su silencio ha sido sobresaliente. No habló, no fue visto en la Casa Blanca y el presidente de Estados Unidos grabó el miércoles por la noche en solitario un mensaje en video sobre la retirada militar de Siria.
Los primeros informes de prensa sobre este retiro fueron recibidos con un asombro palpable en los corredores del Pentágono, lo que refleja la magnitud de la tarea que espera al Ministro de Defensa para cumplir una misión cuyos contornos aún no están claros.
– Incertidumbres –
¿Cuál es el calendario para retirar a 2.000 soldados estadounidenses y su equipamiento? Los medios de comunicación de Estados Unidos hablan de un proceso de 30 a 100 días, pero ningún oficial militar se ha aventurado a dar una fecha y plazo exactos.
¿Qué hacer con los vehículos y las armas distribuidas a las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), la milicia árabekurda aliada a los occidentales en el noreste de Siria? ¿Se les dejarán a los combatientes kurdos o se destruirán para que no caigan en manos de los yihadistas o del régimen del presidente sirio y sus aliados rusos e iraníes?
El jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Joe Dunford, dijo a principios de diciembre que apenas 20% de los combatientes de la SDF había sido entrenado por el ejército estadounidense para brindar seguridad en las áreas que controlan.
¿Qué será de los combatientes extranjeros tomados prisioneros durante la ofensiva internacional contra el EI y detenidos en las cárceles de las Fuerzas Democráticas de Siria?
A principios de diciembre, Mattis asistía a una reunión de representantes de la coalición contra el yihadismo en Ottawa, donde intentó, sin éxito, convencer a los occidentales de recuperar a sus ciudadanos combatientes.
¿Continuará Estados Unidos sus ataques aéreos contra el Estado Islámico en Siria?
El Pentágono sigue efectuando afirmaciones vagas en este tema. “Mientras haya soldados en el suelo, Estados Unidos continuará sus ataques aéreos en apoyo de nuestras fuerzas”, dijo el jueves una portavoz, la capitana Rebecca Rebarich. “No haremos ninguna hipótesis sobre las operaciones futuras”, agregó.
¿Qué respuesta dar a los aliados occidentales que han estado involucrados con Estados Unidos en las operaciones en territorio sirio, como Francia y Gran Bretaña?
Mattis, quien repite en todos sus discursos que nunca ha luchado sin aliados a su lado y que ha hecho que el fortalecimiento de las alianzas internacionales sea la tercera ala de su estrategia defensiva, se encuentra debilitado en la escena internacional.
Algunos mencionan la posibilidad de su renuncia, como el legislador republicano Adam Kinzinger: “Esa es una decisión del Sr. Mattis”, dijo el miércoles en la cadena CNN. “Pero a cualquier persona le sería difícil continuar (en el cargo)”, acotó.