Cientos de efectivos militares y policiales se desplegaron este viernes por barrios de la capital hondureña, como parte de una operación para golpear a las sanguinarias pandillas, o maras, en las ciudades y zonas rurales del país.

En el barrio marginal de El Pedregal, al sur de la capital, y en otras zonas de Tegucigalpa bajaron contingentes militares y policiales en vehículos para desplazarse entre callejuelas que son santuarios de Barrio 18, Mara Salvatrucha (MS-13) y otras pandillas.

El presidente Juan Orlando Hernández lanzó la noche del jueves la “Operación Morazán II”, en una ceremonia con miles de simpatizantes en la Villa Olímpica de la capital.

“La Operación Morazán II realizará operaciones focalizadas donde hay más conflictos”, anunció el mandatario.

El portavoz militar, Mario Rivera, dijo a la AFP que en las primeras horas de las operaciones fueron capturadas 30 personas entre pandilleros y otros con órdenes de captura, en los departamentos de Francisco Morazán (incluye Tegucigalpa), Cortés, Yoro (norte) y Olancho, este.

Añadió que las autoridades decomisaron pistolas, revólveres y escopetas, así como marihuana.

El comandante de la Fuerza de Seguridad Interinstitucional Nacional (Fusina), general Germán Velásquez Romero, aseveró en un comunicado que la operación ha resultado “efectiva”.

El presidente Hernández resalta constantemente que con su política logró bajar la tasa de homicidios de cerca de 90 por cada 100.000 habitantes en 2014, a 40 por 100.000 el año pasado.

Sin embargo, 2019 inició con una sorpresiva ola de ocho masacres con saldo de 27 muertos.

“Estamos ahora identificando las zonas que tienen más conflictividad y allí estaremos involucrando más operadores de justicia, por ejemplo en Olancho, occidente, el sur de Honduras y algunas zonas de las capital”, precisó Hernández en el discurso.

Pese a la baja en la tasa de homicidios, la violencia en los barrios persiste por la presencia de pandillas que asesinan, asaltan y extorsionan.

Según el Instituto Penitenciario, 3.200 miembros de pandillas están presos en dos cárceles de máxima seguridad. Previamente se les detenía en prisiones donde tenían acceso a comunicación para ordenar crímenes.

También 20 capos del narcotráfico han sido extraditados a Estados Unidos desde 2014 y otros diez se han entregado por su cuenta a las autoridades de ese país.