El sector alemán del automóvil, afectado por el escándalo de los motores diésel trucados, está ahora bajo la amenaza de nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones de coches.
Los fabricantes alemanes, entre ellos los gigantes Volkswagen, Daimler (Mercedes Benz) y BMW, exportaron en 2017 494.000 coches de Alemania hacia Estados Unidos, que representan casi el 45% de exportaciones europeas al país.
En valor, las exportaciones alemanas hacia Estados Unidos representan más del 55% del total europeo, según el banco Pictet.
Los nuevos aranceles haría aumentar automáticamente los precios, lo que “haría más complicado a las marcas importadas proponer las reducciones que ofrecen ahora” en el mercado estadounidense, explica a la AFP Peter Nagle, un analista de IHS Markit.
“Un aumento del precio del 1% haría bajar la demanda estadounidense para los coches europeos entre 1,5 y 3%”, según los analistas de Pictet.
A largo plazo, los aranceles del 25% que quiere imponer Washington podrían dividir por dos el volumen de exportaciones de automóviles alemanes hacia Estados Unidos a provocar la caída de la demanda, según el instituto Ifo.
Según Moody’s, el crecimiento alemán podría perder casi 0,2 puntos porcentuales y según Pictet incluso 0,3 o 0,4.
“Entre los países de la UE, Alemania es de lejos el más afectado”, apunta Gabriel Felbermayr, director del departamento de economía internacional en Ifo.
El experto estima en 9.000 millones de euros el efecto negativo de los aranceles el PIB europeo, 5.000 millones en el caso de Alemania.
Los analistas de Pictet calculan por su parte que el crecimiento europeo debería frenarse entre 0,2 y 0,3 puntos.
Pero las consecuencias para la economía alemana “irían más allá que las empresas directamente afectadas”, según los expertos de la auditora EY, “a causa del lugar importante de la industria automovilística y del peso del automóvil en las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Alemania”.
“El crecimiento alemán, que ya es precario, podría detenerse”, confirma una nota de Charlotte Heck-Parsch, del banco BayernLB.
“La cuestión clave es saber si Estados Unidos impondrá aranceles a las piezas de recambio”, indica Nadia Gharbi, de Pictet. “Si quedaran exentas, esto reduciría el efecto negativo de los países europeos”, indica el analista.
Los fabricantes alemanas podrían intentar atenuar el efecto de los aranceles desplazando parte de la producción a sus plantas en Estados Unidos, dice el experto alemán en el sector Ferdinand Dudenhöffer.
Pero algunas marcas no disponen de fábricas en el país, como en el caso de Audi y Porsche.
Y para el sector alemán del automóvil, las tasas se añadirían a una lista larga de problemas, como el “dieselgate”, la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la ralentización económica, el Brexit y las inversiones masivas en coches eléctricos.
“Teniendo en cuenta la ralentización del crecimiento alemán y europeo”, los nuevos aranceles podrían afectar considerablemente la confianza de los empresarios y los inversores, dijo Raoul Leering, un economista de ING.
Además, como más importantes sean las contramedidas europeas, “más negativo será el efecto sobre el poder adquisitivo”, apunta Leering, con “consecuencias negativas sobre la producción y el empleo”.