Nuevas medidas para evitar la propagación de las plagas y de las enfermedades de las plantas fueron aprobadas por el organismo internacional encargado de su control, informó este martes en Roma la FAO.
La Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) –único organismo internacional encargado de establecer e implementar normas fitosanitarias reconocidas por los gobiernos de todo el mundo y la Organización Mundial del Comercio–, aprobó las nuevas normas durante su reunión anual en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Las normas incluyen protocolos para detener plagas muy invasivas como la Xylella fastidiosa y la mosca oriental de la fruta, que ataca sobre todo a las frutas tropicales.
“Con el aumento del comercio y los viajes, los riesgos de propagación de las plagas a nuevas zonas a través de las fronteras son ahora más elevados que nunca”, advirtió Bukar Tijani, director general adjunto de la FAO.
La FAO estima que entre un 20 y un 40 por ciento de la producción agrícola mundial se pierde cada año a causa de las plagas.
Las enfermedades de las plantas le cuestan a la economía mundial unos 220.000 millones de dólares al año, y los insectos invasores unos 70.000 millones de dólares, según la entidad.
Las nuevas normas incluyen también mejores métodos para la fumigación debido a las denuncias por ser perjudiciales para la salud humana y el medio ambiente.
La mosca oriental de la fruta (Bactrocera dorsalis) afecta a árboles como el aguacate, banano, guayaba y mango en al menos 65 países.
La Xylella fastidiosa es una bacteria letal que ataca cultivos de importancia económica, como el olivo, los cítricos, los ciruelos y las vides.
Desde 2015 se está propagando rápidamente desde las Américas a Europa y Asia.
Una vez que la Xylella fastidiosa se infiltra en una planta, permanece en ella, privándola de agua hasta que muere o se debilita demasiado para producir sus frutos.
Solamente en California (EEUU), las pérdidas en la producción vinícola debido a la Xylella fastidiosa se cifran en 104 millones de dólares al año. En Italia, la bacteria ha acabado con 180.000 hectáreas de olivares -con numerosos olivos centenarios- y constituye una amenaza no solo para la economía italiana, sino también para la de todos los países mediterráneos.