AFP – Sao Paulo, Brasil
Para dimensionar el deterioro económico de los pequeños caficultores por la caída de los precios, Juan Esteban Orduz, representante de los cafeteros colombianos en Estados Unidos, explica que en 1982 el jeep usado en los cultivos costaba el equivalente a 8.200 libras de grano. En 2019, más de 27.000.
El tema está en el centro del segundo Foro Mundial de Productores de Café que se realiza este miércoles y el jueves en Campinas, interior de Sao Paulo, para dar visibilidad a los precios internacionales y definir estrategias como la de suprimir intermediarios, acercando a consumidor y productor, en una suerte de “uberización del café”.
“Los más de 25 millones de familias de pequeños productores en el mundo tienen costos de producción cada vez más altos e ingresos cada día más bajos”, denunció al iniciarse el evento en un comunicado el presidente de la red intercontinental de organizaciones de pequeños productores ecológicos (SPP Global), Nelson Camilo Melo Maya.
Según él, con los precios actuales de mercado, el valor de una taza de café es de 2,6 dólares, de los que llegan a los productores solo unos 2,5 centavos de dólar, menos del 1%.
El primer foro, organizado en 2017 en Colombia, se centró en la sustentabilidad económica de la producción. La nueva edición se abrió con la presentación de un estudio del economista Jeffrey Sachs sobre cómo mejorar los ingresos.
– Migración o cultivos ilícitos como alternativas –
Los precios del café se definen en Nueva York y su derrumbe ha impactado a los caficultores, al punto de que muchos venden a pérdida.
Con una caída de hasta 90% en su poder adquisitivo, pequeños productores de regiones como Centroamérica o los Andes han comenzado a abandonar sus cafetales y a emigrar.
“Y algunos productores no han encontrado otra alternativa que el cultivo de productos ilícitos”, señaló el comunicado de SPP Global.
“En Colombia, el gobierno ha apoyado mucho a los caficultores, pero en general pierden dinero y su calidad de vida está bajando dramáticamente. ¿Qué pasa cuando dejan de cubrir sus necesidades básicas?”, se preguntó Orduz en entrevista telefónica con la AFP.
“El tema de precios está pasando a ser casi una crisis humanitaria. No tenemos números, pero adonde quiera que vas te dicen que están con el agua hasta el cuello”, agregó.
En Brasil, José Marcos Magalhaes, presidente de Minasul, una cooperativa que exporta a 25 países desde Minas Gerais (sudeste), dice que casi la mitad de los 8.000 miembros asociados trabajan a pérdida y que los despidos ya son una realidad.
En 2016, la libra de café se cotizaba a 1,5 dólares en promedio, pero este año tocó el mínimo histórico en más de una década: 86 centavos de dólar.
Los precios se recuperaron parcialmente y rondan 1,2 dólares por libra, en parte debido a la expectativa de un invierno severo en Brasil, pero para muchos sigue siendo insuficiente.
– Reequilibrar la cadena –
Brasil y Colombia totalizan casi la mitad de las exportaciones mundiales de café, en tanto que los mayores consumidores son Europa y Estados Unidos.
Colombia pidió la semana pasada que el precio base se establezca en 2 dólares por libra para cubrir los costos de producción y garantizar el lucro del caficultor.
En paralelo, también hay conversaciones con los compradores. “Unos están dispuestos a revisar, otros quieren continuar pagando lo que la bolsa diga”, señala Orduz.
Los participantes en el foro quieren discutir igualmente acciones de transparencia y de simplificación de la cadena productiva, estableciendo un camino más directo que garantice el lucro del caficultor.
“Para que la oferta continúe, es necesario reequilibrar la cadena y queremos que eso ocurra de forma democrática”, dice Magalhaes.
Orduz resalta que los productores tienen que lidiar igualmente con las consecuencias del cambio climático. “Cuando el patrón de lluvias cambia, eso le cuesta plata a alguien”, subraya.
El representante dice escuchar con frecuencia la frase “Siento tu dolor”, cuando discute el tema con otras voces del sector.
“Pero yo, que hablo con los caficultores, ahora les respondo: ‘No, no lo sientes, mi dolor lo siento yo’, y si no hacemos nada, entre el cambio climático y la indiferencia de la mayor parte de la industria, dejaremos a millones de productores en el camino”.