AFP – Ocho millones de belgas están llamados el domingo a elegir a sus diputados en unos comicios legislativos donde las miradas estarán puestas en los nacionalistas flamencos de la N-VA y en los ecologistas, que buscan ser imprescindibles.
“El desafío de estas elecciones es el clima o la N-VA. Ambos son incompatibles”, resume a la AFP Jean-Marc Nollet, copresidente del partido verde francófono Écolo, para quien el primer partido de Bélgica tiene posiciones “retrógradas”.
La Nueva Alianza Flamenca (N-VA) se convirtió en 2014 en el pilar fuerte del gobierno de coalición liderado por el francófono liberal Charles Michel.
Pero a finales de 2018, seis meses antes de los comicios, dejó caer al gobierno por su oposición a la firma del Pacto Mundial sobre Migración de la ONU. Ahora espera liderar el futuro ejecutivo con Jan Jambon, ex ministro de Interior.
Aunque no lo tiene fácil en este reino dividido entre flamencos neerlandófonos al norte, valones francófonos al sur y una minoría de habla alemana al este, y que tiene en su ADN político los gobiernos de coalición, difíciles de alumbrar.
Las diferentes corrientes políticas -socialistas, liberales, democristianos, ecologistas…- se desdoblan con un partido para francófonos y otro para neerlandófonos. Y todos ellos se reparten los 150 escaños del Parlamento belga.
Ante la falta de mayoría, según los sondeos, no aparecen por ahora nuevos socios para que haya un gobierno similar al formado entre 2014 y 2018 por la N-VA, los democristianos flamencos (CD&V) y los liberales tanto francófonos (MR) como flamencos (Open VLD).
– ¿Bélgica ingobernable? –
Por separado, la N-VA sería el primer partido con 27 diputados frente a los 31 actuales, según los sondeos, impulsada por su omnipresencia en Flandes, región rica de Bélgica que escoge el 58% de los diputados de la Cámara de Representantes.
Pero sumando los partidos de ambas comunidades por tendencias, los socialistas -primer partido en la región más modesta de Valonia- obtendrían 29; los ecologistas y los liberales, 26 cada uno; y los democristianos, 20.
Los ecologistas, que serían la primera fuerza en la región de Bruselas, buscan aprovechar la caída de liberales y democristianos para pesar en la formación del próximo gobierno, reforzados por las protestas estudiantiles sobre el clima.
El politólogo belga Vincent Laborderie asegura a la AFP que, pese a conocerse la relación de fuerzas, “las cosas están muy ajustadas”, máxime cuando los sondeos tienen un margen de error de entre “un dos y un dos y medio por ciento”.
“¿Bélgica ingobernable? En principio no. Me sorprendería mucho si tuviéramos una gran crisis que durase seis meses”, apunta este experto, para quien el próximo gobierno no tendrá “casi seguro” una mayoría en ambos grupos lingüísticos.
Jan Jambon tiene complicado recabar el apoyo de las fuerzas francófonas después de criticar los “miles de millones [de euros] en transferencias” de cara a “mantener a demasiados valones en sus hamacas”.
A Bélgica, país de 11 millones de habitantes y sede de las principales instituciones de la Unión Europea (UE) y de la OTAN, se la conoce por las largas negociaciones para formar gobierno que, en 2010-2011, tomaron 541 días.
El socialista Elio Di Rupo, que aspira de nuevo a convertirse en primer ministro, dirigió entonces el país entre 2011 y 2014 al frente de una coalición entre socialistas, liberales y democristianos de ambas comunidades.
Otra de la sorpresas de las elecciones podría ser la progresión de los 3 a los 13 diputados del ultraderechista Vlaams Belang (Interés Flamenco), principal rival por el voto independentista en Flandes de la Nueva Alianza Flamenca.