A pocos pasos del Parque Memorial de la Paz, Erika Abiko ha creado un espacio único en la ciudad que, 79 años después del devastador ataque atómico, permite a los supervivientes compartir sus historias. Abiko fundó el “Social Book Café Hachidori-sha” hace siete años, motivado por su experiencia al convivir con víctimas del bombardeo durante su trabajo con la ONG Barco de la Paz.

En este café social, que acoge encuentros tres veces al mes y limita la participación a diez personas, los asistentes tienen la oportunidad de entablar conexiones personales con los supervivientes del bombardeo. “Es fundamental que, más allá de los datos históricos, estas personas sean reconocidas por su nombre. Son amigos y compañeros en la lucha por el desarme nuclear”, explica Abiko, remarcando su deseo de combatir la despersonalización que a menudo enfrentan los hibakusha, como se conocen a los sobrevivientes.

Entre los testimonios compartidos, destaca el de Iwao Nakanishi, quien falleció el año pasado. Aún con la emoción presente, Abiko rememora cómo Nakanishi reflexionaba sobre la culpabilidad que sentía por haber sobrevivido mientras otros no lo hicieron. “Sobrevivir es una bendición, pero para muchos, esa alegría se ve empañada por la culpa”, señala.

Otro sobreviviente, Tadashi Okamoto, quien era un bebé durante el bombardeo, vive con las secuelas de la tragedia: pobreza, enfermedades y ansiedad. Según Mayu Seto, empleada del café, Okamoto ha intentado comprender su historia familiar, pero los recuerdos son difíciles de compartir, lo que refleja el dolor persistente que muchos hibakusha sienten al recordar el pasado.

A lo largo de los siete años de vida del café, Abiko resalta que las narrativas de los sobrevivientes han cambiado, mostrando cómo las secuelas de ese día siguen afectando sus vidas. “Hiroshima, aunque reconstruida, aún lleva cicatrices visibles, y los pocos que quedan se preguntan cómo habría sido su vida sin el ataque”, concluye.

Con una firme determinación, Abiko subraya que es “imperdonable” el uso de armas nucleares contra seres humanos. A través de su café, continúa promoviendo la paz y la memoria, recordando a las futuras generaciones la importancia de aprender del pasado.

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