La Capilla Sixtina fue testigo hoy de la primera jornada del cónclave para elegir al sucesor de San Pedro, un proceso marcado por la solemnidad, el misterio y la incertidumbre. Tras un ritual inaugural cargado de simbolismo, los 133 cardenales electores se aislaron del mundo exterior, sin comunicación ni contacto con el exterior, para dar inicio a las votaciones.
A pesar de no estar obligados a votar en esta primera sesión, los cardenales decidieron realizar una ronda inicial en busca de un consenso. Sin embargo, la esperada fumata blanca no apareció. En su lugar, el humo negro que emanó de la chimenea de la Capilla Sixtina confirmó lo que muchos preveían: la elección del nuevo pontífice no se concretó en este primer intento.
La falta de un acuerdo mayoritario, necesario para alcanzar los 89 votos requeridos, prolongará las deliberaciones.
Mañana jueves, el cónclave se reanudará con un ritmo más intenso, con cuatro votaciones diarias, dos por la mañana y dos por la tarde, hasta que los cardenales logren elegir al nuevo líder de la Iglesia católica.
La diversidad en el colegio cardenalicio, con la inclusión de representantes de países sin tradición cardenalicia como Mongolia, Tonga o Suecia, y el hecho de que muchos electores se hayan conocido recientemente, suman un factor de imprevisibilidad a un proceso que ya es, por naturaleza, complejo.
La expectativa ahora se centra en las próximas jornadas, donde se espera que las negociaciones y el diálogo entre los cardenales permitan acercar posturas y, finalmente, elegir al nuevo papa que guiará a la Iglesia en los próximos años.
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