Cristianos ortodoxos de todo el mundo celebraron el Viernes Santo con una procesión en la Ciudad Vieja de Jerusalén, siguiendo los pasos, según la tradición cristiana, de Jesús hacia la muerte.

Miles de peregrinos, muchos de ellos portando cruces de madera, y alguno de ellos con una corona de espinos en la cabeza, recorrieron las 14 estaciones del Víacrucis.

Las fuerzas israelíes garantizaron la seguridad a lo largo de la “Vía Dolorosa”.

La procesión terminó en la iglesia del Santo Sepulcro, en Jerusalén Este, ocupada por Israel, construida en el sitio donde los cristianos creen que Jesús fue crucificado, enterrado y luego resucitó.