AFP -“¿El festival? Una mina de oro”, se entusiasma el recepcionista de un hotel. Para muchos habitantes de Cannes, la muestra de cine es un negocio redondo, frente a una clientela que empieza no obstante a resistirse a algunos abusos.
“Para mi jefe, el festival es la gallina de los huevos de oro”, asegura Hervé, recepcionista en un hotel de dos estrellas situado a varios metros de La Croisette, el barrio de lujo donde se celebra el Festival de Cannes, en la Costa Azul francesa. “Como prueba, una habitación a 40 euros la noche se eleva a 260 euros durante el festival”, argumenta.
La población de Cannes se triplica durante el mayor certamen de cine del mundo, que este año se celebra del 14 al 25 mayo. Cerca del establecimiento donde trabaja Hervé, otro hotel de tres estrellas multiplica por cinco los precios, de 71 a 350 euros la noche, sin desayuno. Se bloquean seis habitaciones para reservas de último minuto “y todas encuentran clientes rápidamente”, asegura la recepcionista.
Si bien para los comerciantes de Cannes la feria inmobiliaria internacional MIPIM que se celebra anualmente en marzo representa el primer evento en términos de frecuentación -y de ingresos- en cuatro días, el Festival, junto a su mercado del cine y sus 40.000 profesionales acreditados, sigue siendo excepcional por su duración de 12 días.
Para los hoteleros de los alrededores del Palacio de Festivales donde se celebra el evento, este puede representar hasta 15% del volumen de negocios anual, según la Unión de Profesiones e Industrias de Hostelería de Cannes (UMIH).
Los ingresos económicos están evaluados en 197 millones de euros en 2017, según cifras de la alcaldía.
– 10.000 euros por 13 noches –
“La primera semana se llena rápidamente, la segunda es más difícil. Desde hace varios años los participantes se quedan menos tiempo”, observa no obstante Christine Welter, vicepresidenta del UMIH, que representa los 133 hoteles de Cannes.
Y “cuando la demanda baja de golpe, el mercado se regula”, afirmó Welter que denuncia además una “competencia desleal” por parte de los particulares que alquilan sus apartamentos durante el Festival. En estos días, “hay 6.000 habitaciones de hotel disponibles, tantas como apartamentos”, deplora Welter.
Así, Airbnb, líder del mercado de alquiler entre particulares, prevé entre 2.500 y 4.000 llegadas por noche, frente a solo 500 este viernes. En su página web, un dúplex de 4 habitaciones y 220 m2 con terraza se alquila a 10.600 euros las 13 noches.
Con estos precios, muchos están dispuestos a ‘sacrificarse’ e ir “a dormir a un cámping durante 10 días para alquilar su apartamento a precio de oro”, asegura Hervé con una sonrisa.
También la hostelería se frota las manos: “Para nosotros, el mes de mayo es el más fuerte económicamente: 5.000 cubiertos en 11 días”, según Pascal Hamard, al frente de un restaurante italiano. Sin embargo, este propietario también ha sufrido una caída de la frecuentación, según él, debido a los “abusos”.
“Notamos que la clientela desconfía y se pregunta de qué manera la van a engatusar”, constata Hamard, que cita, como otros colegas, los hoteles que rechazan las reservas inferiores a tres noches, las carreras de taxi cuyas tarifas se disparan y las cartas de los restaurantes que se encarecen de la noche a la mañana.
“Hoy en día, los participantes del festival van con más cuidado, tienen consignas de su jerarquía y sus presupuestos son más reducidos”, según Hamard.