El Lago de Maracaibo, al oeste de Venezuela, vive un “constante derrame de crudo”, alimentado por oleoductos y pozos carentes de mantenimiento, que genera agua contaminada, aves cubiertas de petróleo y residentes con problemas de salud.
Los subsuelos de este lugar están llenos de crudo y la falta de mantenimiento en los pozos provocan una contaminación visible en todas partes.
Los pescadores de la zona ya no logran sacar lo suficiente y lo poco que extraen con sus redes ya está contaminado.
Antes de afectar el ecosistema, los hidrocarburos que yacen bajo el lago impulsaron la riqueza de Maracaibo y de toda la región occidental de Venezuela.
Pero ahora el país sudamericano enfrenta la peor crisis de su historia reciente y el colapso del sector petrolero es al mismo tiempo, una causa y una consecuencia.
La caída de los precios del petróleo, combinada con las sanciones de Estados Unidos, y la falta de mantenimiento de la infraestructura derrumbaron la producción de 3,2 millones de barriles por día (bpd), hace diez años, a menos de un millón de bpd actualmente.
La estatal petrolera PDVSA ya no tiene los recursos para mantener miles de kilómetros de cables y tuberías submarinas.